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Textos de WCOTC

¿PORQUɅ?

¿Porqué una cosa no es lo mismo cuando la hace un judío que cuando la hace un gentil? Porque a partir del año 1945 a la fecha se han establecido dos categorías de valores: una para el judío — siempre buena y de crítica no permitida so pena de ser tildado de antisemita – y otra — invariablemente descalificada o reprobable — para el gentil. Veamos algunos ejemplos.
Iraq acaba de ser invadido y puesto de rodillas por la suposición de poseer armas de destrucción masiva, armas químicas y hasta de poseer potencialidad de desarrollar algunas de tipo nuclear. El terrorista estado de Israel posee, por citar sólo un ejemplo, una instalación secreta subterránea en el desierto del Negev, llamada Dimona, donde nadie jamás ha entrado a inspeccionar nada de lo que allí se fabrica. Jamás los Estados Unidos ni la ONU han pretendido enviar inspectores de armas. El espacio aéreo a muchos kilómetros alrededor de dicha planta está vedado a la aviación civil y comercial y cualquier aeronave que violase — aún accidentalmente — dicho espacio aéreo, sería derribada sin miramientos ante la mirada impávida de las “naciones civilizadas”.
El judío oriundo de Estados Unidos Jonathan Pollard se encuentra cumpliendo una pena de reclusión perpetua en su país de nacimiento por haber transferido (en buen romance, robado) durante más de una década información tecnológica vital en materia de seguridad nacional y desarrollo nuclear norteamericano a Israel. Se comprobó que este solitario espía judío había robado documentación que en volumen superaría a la suma de todos los documentos robados a los Estados Unidos y pasados a la entonces Unión Soviética, durante las décadas de la Guerra Fría. Ha recibido honores de héroe nacional en Israel, el mejor consejo legal, una cuenta ya millonaria en dólares para el caso de que llegue a recuperar su libertad (lo cual no sería del todo improbable, dado el servilismo abyecto de los gobernantes norteamericanos a la estructura judaica de poder), y no pasa año sin que alguna organización judía se tome el trabajo de pedir su indulto y consiguiente liberación. Ahora bien, ¿qué pasaría si ocurriese lo inverso: si un judío robase secretos militares o tecnológicos israelíes y los vendiese o entregase a un país goy? No tenemos que esforzar nuestra imaginación hermanos, ese caso existe, y tiene nombre y apellido: Mordejai Vununu. ¿Alguno de ustedes ha oído hablar de este judío? Seguramente que no. Pregúntense ¿porqué? Porque una cosa es que un judío espíe a un país goy en beneficio de Israel y otra muy distinta que un judío espíe a Israel en beneficio de un país goy. Vununu es un judío oriundo de Marruecos que emigró a Israel en la década de los sesenta. Siendo estudiante resultó ser lo que el Talmud imaginativamente llama Ben Zorer Umore. Esto – en hebreo – es el título del octavo capítulo del Tratado Sanhedrín del Talmud de Babilonia y que vendría a ser algo así como el hijo pródigo propenso a crear problemas con su comportamiento, de hecho en este capítulo así titulado se enumeran todas las conductas que suponen transgresiones a la Halaká en materia de prácticas sexuales. Su conducta desordenada recibió las atenciones del Shin Bet (servicio de seguridad interior del estado judío), no obstante lo cual fue admitido como técnico en el complejo de Dimona. Un buen día Mordejai, allá por sus veintiocho años de edad, tuvo la ocurrencia de fotografiar diversos sectores del mismo, especial-mente el sexto subsuelo, que es el lugar más celosamente custodiado de esa instalación secreta israelí. Munido de ese material recaló finalmente en Londres, donde contactó a diversos periodistas y personalidades de los medios para vender sus fotos al mejor postor. Para su desgracia se topó con algún periodista gentil (de esos que mantienen cordialísimas relaciones con Israel y, de paso, con su Mossad) que informó de inmediato lo que estaba pasando. Sus paisanos de la comunidad de inteligencia en Tel Aviv se pusieron en acción y Mordejai, en medio de una vida de fiestas nocturnas con mucho alcohol, sexo y presumiblemente drogas, conoció “casualmente” a una atractiva inglesita muy liberal y enamoradiza que lo sedujo al punto de proponerle dejar Londres y escaparse con ella a Roma en una escapada amorosa. La muchacha en cuestión era una agente del Mossad — con marido en Israel — que lo condujo a una trampa que cambiaría su vida de alegre bohemia en la noche londinense por una cárcel de máxima seguridad, en absoluto y riguroso aislamiento hasta el día de la fecha. En Roma fue secuestrado, conducido a un barco israelí y llevado sin demora a ese “oasis democrático en medio de un mar de dictaduras árabes” que es el estado de Eretz Israel, donde fue debidamente juzgado, condenado y puesto a buen resguardo por el resto de sus días. Esto sucedió en 1988. ¿Alguna vez escuchó algún organismo de derechos humanos ocuparse del caso de Mordejai Vununu? Yo no, ni creo que lo vaya a escuchar jamás.
Vamos ahora a ocuparnos de un hecho local. A mediados de Abril, en la ciudad de Bariloche (Clarín, 15 de Abril de 2003, pág.36) un sacerdote, Fray Aníbal Fosbery evocó en términos “políticamente incorrectos” al ex capitán de la SS Erich Priebke, recordándolo con afecto y gratitud personales y en nombre de la Universidad que preside dicho sacerdote, por su acción cuando el susodicho era presidente de la Asociación Germano Argentina de esa ciudad patagónica. Consigna dicho periódico:”… Las palabras despertaron un fuerte aplauso en la mayor parte de las 400 personas que asistieron al acto y el rechazo de un grupo minoritario que optó por retirarse y no participar del brindis inaugural. Organismos de derechos humanos repudiaron la actitud de Fosbery y pidieron que se lo investigue por su presunta participación en la última dictadura militar.“ Todo indica (¿¿??) que habría sido un hombre de importancia durante la dictadura de Bussi en Tucumán”, dijo a Clarín Marina Schifrin, de la Corriente por los Derechos Humanos de Río Negro y Neuquén…” De este breve relato destaquemos dos cosas: la mayoría de las personas presentes compartían la opinión vertida acerca del ex capitán Priebke y segundo la actitud bastarda de ensuciar al sacerdote que se atrevió a decir lo que dijo, con acusaciones derogatorias de su buen juicio y conducta. Y por si todo esto no fuese suficiente, tenemos un broche de oro: quien lleva la voz cantante en la histérica acusación no es una mapuche, no es una araucana, no es una india ona, no es una gentil, es una judía. Una judía que está actuando con el típico procedimiento judío de ensuciar a quienes desean destruir mediante el uso de epítetos con fuerte carga afectiva que excluyen explicaciones. Es un antiguo – y exitoso — ardid que los judíos inventaron y del cual se sirvieron innumerables veces a lo largo de su historia — y no solo ellos, sino sus hijos ideológicos: los cristianos, los masones y los comunistas. Consiste en introducir mediante el uso y abuso de los mismos, determinadas palabras que llegan a transformarse en algo tan perverso en sí mismas que la víctima a la que se las endilgan pierde el derecho a réplica, a un juicio o explicación racionales y queda con una mancha de por vida cual lepra ideológica. Ejemplos de estos términos son: hereje, apóstata, bruja y judas — usados por los cristianos — burgués, desviacionista, trotskista y fascista —usa-dos por los adherentes al judeo marxismo — fanático, propagador de odio, intolerante, antisemita, autoritario y fundamentalista — usado por los voceros del pensamiento político “correcto” desde el final de la Segunda Guerra Mundial a la fecha. En nuestro medio el mero hecho de que a alguien le digan que fue de alguna forma colaborador o simpatizante del Proceso militar de 1976 a 1983, le significa una mancha que no hay forma de sacársela de encima, es indeleble y cada vocero del pensamiento político correcto se encarga de machacar continuamente en esos términos a la manera que se solía hacer con las herejías religiosas durante en Medioevo. ¿Cuántas voces se levantaron para contestarle como se debe a esta judía insolente? Ninguna, que yo sepa. Vamos a dejar el porqué para un próximo artículo, pero digamos muy brevemente que es porque no hay al momento una ideología global hecha carne en la gente, que pueda oponerse en su totalidad al judaísmo en su etapa actual.
Vamos a recordar un episodio más referido a este mismo soldado refugiado entre nosotros terminada la contienda en 1945. Todos recordamos hace unos cuantos años, cuando el ex capitán Priebke iniciaba su viaje hacia el exilio con juicio en espera — rumbo a Buenos Aires primero — las imágenes que testimoniaban la cariñosa despedida — me refiero a los besos que le daban al anciano veterano de guerra – que le dispensaban los efectivos de las fuerzas de seguridad que habían estado hasta ese preciso momento encargados de su custodia. Recordaremos para siempre la batahola de comentarios que ello despertara oportunamente en la prensa canalla; por eso vaya esta pregunta para todos los cretinos que se permitieron criticar y/o ofenderse por ese hecho. Imaginemos que el detenido en lugar de haber sido el capitán Priebke, hubiese sido otra persona, digamos por ejemplo, Rubén Ezra Beraja, Sergio Schoklender, Carlos Vladimiro Korach, Alberto Kohan, Marcos Aguinis, Daniel Marx, Jorge Matzkin o cualquier otro integrante de esa tribu: ¿HUBIESEN SIDO ESTOS PERSONAJES CAPACES DE EVOCAR UNA DESPEDIDA SIMILAR A LA DISPENSADA A ERICH PRIEBKE? Si alguien piensa que sí, por favor que me lo demuestre.
¿Cuál fue el crimen de guerra del que se lo acusó y por el que se lo condenó al ex capitán Erich Priebke? Muy sintéticamente diremos que hacia fines de la ocupación alemana en Italia, el capitán Priebke prestaba servicio en Roma y le tocó llevar a cabo la tremenda tarea de supervisar la ejecución de algo más de 300 rehenes — entre los cuales había un número muy reducido de judíos — en un lugar denominado las Fosas Ardeantinas. Esta medida fue tomada por el mando alemán en represalia por la muerte a manos de combatientes irregulares de una treintena de soldados del Reich. Por muy injusta y cruel que pueda parecernos esta decisión, el hecho es que en tiempos de la Segunda Guerra Mundial era una medida absolutamente en concordancia con las leyes de la guerra de entonces. Los ejércitos de las potencias del eje la llevaron a la práctica en numerosas oportunidades. El Ejército Rojo — la Unión Soviética nunca refrendó los tratados de Ginebra respecto a la conducta de las fuerzas participantes en acciones bélicas — cometió desmanes terribles, verdaderas orgías de sangre y brutalidades indescriptibles en su avance en territorios enemigos, enceguecidos por la infame propaganda soviética cuyo vocero principal era el judío Ilia Ehrenburg. Los ejércitos aliados en su campaña europea también practicaron la ejecución de rehenes, hasta en la misma pro-porción — 1 a 10 — como en el caso que nos ocupa. Entonces, preguntémonos ¿cuán-tos militares soviéticos han sido acusados, juzgados y/ó condenados por hechos similares? NINGUNO. ¿Cuántos militares norteamericanos han sido acusados, juzgados y/o condenados por hechos similares? NINGUNO. El mismísimo General Dwight David Eisenhower, comandante en jefe de los ejércitos aliados en el frente europeo da testimonio en su libro Crusade in Europe (Cruzada en Europa) escrito posteriormente con el propósito de catapultar su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos de hechos semejantes al del capitán Priebke. Entonces ¿porqué si lo hace el capitán Priebke constituye un crimen de guerra y si en cambio, lo hace el nieto de Jacobo y Rebecca Eisenhower no lo es? ¿Porqué el criminal Ariel Sharon no es reclamado por ningún tribunal internacional de justicia por su reconocida participación en crímenes de guerra? PORQUE ES UN JUDIO Y LOS JUDIOS HAN CREADO UN ORDEN INTERNACIONAL DONDE PUEDEN MATARNOS A NOSOTROS, LOS GENTILES CON TOTAL IMPUNIDAD SIN TEMER QUE NINGUN TRIBUNAL INTERNACIONAL LOS PERSIGA.. De modo que si los palestinos en su desesperación se inmolan cargándose de explosivos ellos son, entonces, terroristas, pero si los judíos de Israel envían a sus escuadrones de la muerte a otros países con el objeto de ejecutar a quienes ellos consideran un peligro real o su-puesto para su terrorista y genocida estado-aguantadero, entonces, como dice el descerebrado que ellos instalaron en la Casa Blanca de Washington DC: están ejerciendo una legítima defensa. Estas son las reglas de la Pax Judaica. Vamos a ver cómo funcionan. En Junio de 2002, George W. Bush se permitió decirle al pueblo palestino que deben entender que deben tener líderes surgidos de elecciones democráticas. A Arafat — que por cierto no nos inspira ninguna simpatía — le guste o no al títere Bush lo eligió su pueblo por algo así como un 70% de los votos. El mismo — el tejano alcohólico recuperado — accedió a la presidencia de su desventurado país, por un escasísimo margen de votos de dudosa procedencia en una parte del estado de la Florida, cuyo gobernador, no casualmente es nada menos que su propio hermano. Agregó, haciendo alarde de una desfachatez digna de ser llamada Chuzpah, que el estado palestino necesita una constitución. ¿Ignora acaso que el estado de Israel no posee constitución escrita alguna? No, no puede ser tan imbécil. Es un malnacido que nos ha perdido el respeto. Insulta nuestra inteligencia, como la insultan a diario sus amos judíos cada vez que nos mienten descaradamente para hacernos creer lo que les conviene.
¿Existe algún caso simétrico al del ex capitán Priebke? SI. Por suerte lo hay y bastante esclarecedor. ¿Quién ha escuchado alguna vez algo respecto a un individuo, ya anciano — de edad semejante a la del ex capitán Priebke — llamado Salomón Morel? Probablemente nadie. Vamos entonces a conocer la siniestra vida de este individuo re-clamado por el estado polaco actual por crímenes de guerra ocurridos en suelo polaco durante los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Como tantos otros inocentes judíos oprimidos por los nazis, Salomón Morel transcurrió los últimos años de la guerra como guerrillero comunista en la Polonia ocupada por los alemanes. Ni bien finalizó sus actividades militares pasó a formar parte de la flamante Oficina de Seguridad Interna, la temible policía política de la Polonia comunizada. Allí la abrumadora mayoría de los funcionarios eran judíos. Sólo en las áreas con población alemana, dicha Oficina administraba 1.255 campos de concentración para civiles, de los cuales en cada campo perece-ría entre el 20% y el 50%. Morel se desempeñó escasamente un año como jefe del campo situado en Schwientochlowitz, llegando a jactarse de su labor en estos términos: “… Yo conseguí en cinco meses lo que los alemanes consiguieron en Auschwitz en cinco años…” Sus víctimas, según la investigación realizada unos treinta y cinco años más tarde suman entre 1.800 y 2.000. Centenares de testimonios narran como trataban él y sus corraciales a las mujeres — violaciones reiteradas — y a hombres y niños — golpizas hasta provocar la muerte del prisionero en frente de todos ellos. Cínicamente reconocerían más tarde que más del 90% de los prisioneros internados allí eran completa-mente inocentes, pero sus sádicas conductas habían recibido la gratificación del silencio cómplice de sus paisanos a lo largo y ancho del planeta. Se calcula que el total de víctimas civiles de la “Oficina” entre los años 1945-1947 asciende a la cifra comprobada de 60.000 a 80.000. Cuando este genocidio convenientemente olvidado salió a la luz y la vida se le complicó al pobre Salomón, le pidió prestados U$490 a un familiar y tomó el primer avión a Tel Aviv, donde vivió un plácido retiro entre plegarias y las atenciones de sus hijas y nietos. Para quien quiera informarse a fondo de los horrores de la vida de este siniestro judío y de sus colaboradores inmediatos, recomendamos leer el libro An Eye for an Eye (Ojo por Ojo) del escritor judeo-norteamericano John Sack (primera edi-ción 1993 Basicbooks Inc., una división de Harper Collins, ISBN 0-465-04214-7) que lleva como subtítulo: La Historia no Contada de la Venganza Judía contra los Alemanes en 1945. Notemos que el autor es alguien que cree en la existencia del “Holocuento”, que es un judío que escribe para judíos y hasta llega a justificar tibiamente estos horro-res, pero ni esto lo salvó de la furia de sus corraciales que lo han condenado a un ostracismo profesional y a una crítica despiadada. Una vez más comprobamos que toda crítica hecha a los judíos es rutinariamente considerada antisemita a menos que la formule un judío. Este es el bello regalo que nos dejaron los vencedores de 1945. El mundo que ahora disfrutamos es el fruto de su heroísmo.

¡Por un mundo más Blanco y brillante!
¡Delenda est judaica!
¡RAHOWA!

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SUPERVIVENCIA DE LA RAZA BLANCA

Ben Klassen, Pontifex Maximus,
Fundador de la Iglesia del Creador


Lo que tengo que decir en el presente espacio probablemente ha de shockearlo. Quizás conmueva profundamente sus más preciadas supersticiones y cotidianas presunciones; ésas que usted habrá preservado a lo largo de su vida, tal vez sin haberse ocupado de examinar su validez. Esta exposición va a abocarse seriamente al tema de Raza y Religión, dos tópicos que el establishment en el poder nos dice continuamente que no debemos discutir, a menos por supuesto, que usted sea un judío, un negro ó alguien perteneciente a las así llamadas “minorías”.
Hoy vamos a desafiar a la estructura judaica de poder, discutiendo Raza y Religión desde el punto de vista del Hombre Blanco. En particular nos interesa examinar si nosotros, la Raza Blanca, vamos a sobrevivir ó si vamos a ser mestizados hasta convertirnos en una marea humana de parasitarias razas coloreadas, razas “de barro”. Por eso desearía que usted decida tempranamente en esta exposición, si está interesado en la supervivencia de su propia especie ó si usted prefiere ser un traidor a la Raza Blanca y no le importa verla desaparecer de la faz de la tierra para ser suplantada por negros, amarillos, semitas u otras razas de barro. Porque, no se equivoque: la Raza Blanca es una especie en peligro de extinción, una especie en proceso de desaparición, una cuyos enemigos han resuelto hacer desaparecer de este planeta. Si el suicidio de los suyos es lo que usted desea ver, ahora es buen momento para no seguir leyendo. Si por otra parte usted es leal a su propia especie y desea que la Raza Blanca sobreviva y prospere, usted sin duda estará no solo interesado en escuchar acerca de la Iglesia del Creador, sino también en convertirse en un miembro de nuestro movimiento religioso.
El credo/filosofía de nuestra religión llamada Creatividad está expuesto en nuestros libros Eterna Religión de la Naturaleza y la Biblia del Hombre Blanco. Son las Biblias del Hombre Blanco y su propósito básico no es únicamente la supervivencia de la Raza Blanca, sino también su expansión numérica y su mejoramiento genético. En esta corta disertación nos es imposible dar las bases completas de nuestra religión, ni siquiera un resumen más ó menos sintético de ella, de modo que nos referiremos continuamente a estos dos libros básicos.
¿Porqué estamos tan preocupados por la supervivencia de la Raza Blanca?
Básicamente existen dos razones fundamentales:
1° La Raza Blanca se está reduciendo numéricamente camino a su extinción.
2° Somos miembros de la especie más inteligente, distinguida, productiva y creativa que existe en la Naturaleza.
Estamos hablando nada menos que de nuestra propia supervivencia, la de la Raza Blanca. Hay otras razones que podemos todavía citar, tales como la preservación de la civilización y todo lo que es valioso en la vida. Pero todas ellas se vuelven secundarias: primero y principal, nosotros, los de la Iglesia del Creador estamos abocados a la supervivencia, expansión y mejoramiento de la Raza Blanca con exclusividad. La suma total de nuestros esfuerzos y dedicación apuntan hacia esa cuestión central. No bien comenzamos a examinar lógica y calmadamente la inminente destrucción de la Raza Blanca, nuestros enemigos de inmediato se alarman y nos arrojan las habituales invectivas: racistas, fascistas, nazis, intolerantes, etc… Parece ser que si los judíos son leales a Israel y a su raza eso es maravilloso, si los negros se organizan por el sólo interés de su raza y gritan “¡muera el Blanco!” eso también es altamente encomiable. Si los indígenas se agrupan en asociaciones para promover sus intereses, eso es muy digno de elogio, porque…¿no es el hombre blanco responsable por todas las deficiencias, estupideces e inhabilidades de todos los demás? A ellos les respondemos enfáticamente: ¡Nosotros no somos responsables de sus deficiencias, estupidez, defectos e histórica inhabilidad para crear civilización! Ni siquiera han sido capaces de mantener lo que el Hombre Blanco les ha llevado. No somos tampoco responsables por la evidente incapacidad de las razas de barro de poder alimentarse, apenas por encima del nivel mínimo de subsistencia. En 6.000 años de historia escrita los negros africanos no han sido capaces siquiera de inventar la rueda, un alfabeto escrito ni cualquier otra cosa trascendente. ¡No nos endilguen la responsabilidad de todo ello! La Naturaleza los hizo torpes, ineficientes y haraganes. Usted puede sacar al negro de la jungla, pero no puede sacar la jungla fuera del negro. No es nuestra responsabilidad el compensar sus defectos, ni es nuestro deber el incorporarlos a nuestra sociedad ó a nuestra raza, envenenando así nuestra sangre. Por el contrario, la ley suprema de la Naturaleza nos ordena hacer todos los esfuerzos tendientes a la supervivencia de nuestra raza, expandiéndola y mejorando la calidad genética de nuestras futuras generaciones.
Hay una raza siniestra sobre la faz de la tierra que está trabajando febrilmente para lograr el mestizaje y liquidación final de la Raza Blanca. Es una tribu fanáticamente leal a los suyos y hostil hacia todas las demás razas. Esa tribu es la tribu de Judá. La raza judía ha estado y está frenéticamente accionando con miras a su meta suprema: EL GENOCIDIO DE LA RAZA BLANCA. Hace aproximadamente 3.000 años, durante la época de Salomón, se elaboraron los lineamientos básicos de una conspiración judía cuyo objetivo final es la esclavización de todos los demás pueblos del mundo y la posesión de todas sus riquezas, bienes y recursos. En los miles de años que siguieron los judíos han progresado inexorablemente hacia esa meta trazada y están ahora en los umbrales mismos del éxito total. Para una historia detallada de los judíos y su conspiración lea el capítulo 6 de Eterna Religión de la Naturaleza titulado Maestros del Engaño – Una Breve Historia de los Judíos.
Usted puede entonces preguntarse: ¿cómo han podido los judíos perpetrar semejante ultraje al resto del mundo? ¿Cómo en especial a la Raza Blanca, que es altamente inteligente, creativa y constructiva? De nuevo, para más detalles debemos referirnos a Eterna Religión de la Naturaleza. Delinearemos algunos de los aspectos más significativos a continuación. Para empezar, consignemos que los judíos no hubieran logrado avance alguno sino fuera por ciertas particularidades negativas de la propia Raza Blanca. Los judíos son experimentadísimos manipuladores mentales y poseen una enorme y prolongada práctica en sembrar mentiras y en crear confusión. Son, históricamente hablando, los maestros supremos del engaño. En su designio de confundir, engañar y finalmente controlar la mente del Hombre Blanco, los judíos han contado, increíblemente, con la ayuda del propio Hombre Blanco. Esa ayuda que el judío ha tenido son dos debilidades suicidas inherentes a la formación psicológica del Hombre Blanco: su credulidad y su aceptación de la superstición. Es una de las extrañas paradojas de la historia: mientras que por una parte el Hombre Blanco es la criatura más inteligente, creativa y productiva de la tierra, cuando se trata de reconocer a sus enemigos y luchar por su propia supervivencia, el hombre blanco resulta ser la criatura más estúpida de la tierra. Y ahí reside su talón de Aquiles, que los judíos han sabido explotar al máximo. Hay aún otras debilidades que el hombre blanco posee y que han significado una tremenda ayuda para el plan judío de completa conquista. Ellas son:
1° El ingenuo sentido del hombre blanco del juego limpio.
2° Su proclividad hacia el menos dotado y el inferior.
3° Su extraordinario y exagerado sentido de la compasión.
4° Su inhabilidad para vivenciar sus sobresalientes condiciones y valía.

Pero mucho más devastador que todo lo anterior ha sido su fatal proclividad hacia la superstición, credulidad y una extraña inhabilidad para reconocer a sus mortales enemigos. Recordemos muy bien estas dos palabras: credulidad y superstición, pues van de la mano.
Credulidad significa imprudentemente tomar por ciertas, cosas que no lo son, sin preocuparse en procurar evidencias de ellas. Estas dos debilidades mentales, credulidad y superstición, son la base de casi todas las creencias religiosas que jamás hayan sido elaboradas e impuestas a la largamente sufriente humanidad. Si se consigue que la gente llegue a creer en “espectros celestiales”, éstos serán entonces más reales para los creyentes que el mundo verdadero. Más aún, en su fantasía, estos espectros se vuelven más importantes para la gente que la
realidad misma. Llegan así a convertirse en manos de embaucadores en un arma poderosísima para el control de las masas de crédulos seguidores. Esto es como asustar a un niño pequeño con un cuco inexistente: si el niño cree en él, estará tan asustado de ese cuco imaginario como si éste fuese verdadero. Creer en una fantasía, la hace tan real para el creyente como la realidad misma y a menudo más aún. De hecho, el impostor que pretende estar junto a su “espectro celestial” y tener influencia sobre él, tiene en su mano una poderosa arma con la cual asustar y manipular así las mentes de sus crédulas víctimas. Y así ha sido siempre a lo largo de la historia de la humanidad. Está consignado que la gente ha inventado más de 30.000 dioses y diosas adorados por tontos, crédulos y supersticiosos, aún antes de que los judíos hubiesen fabricado su particular versión de Jehová, Javeh, Jesucristo, el Espíritu Santo, Satán y toda una considerable legión de seres imaginarios.
Los judíos en su búsqueda de cómo controlar y manipular mentes, descubrieron tempranamente en su historia qué arma formidable era esta cuestión de los espíritus imaginarios — religión. Y utilizaron este descubrimiento a fondo en dos direcciones radicalmente opuestas e irreconciliables:
1° Ellos inventaron a su Jehová, como su dios propio, privado, para unir entre sí a los miembros de su pueblo con una fanática lealtad racial como el mundo jamás había conocido, ni antes, ni después.
2° Ellos inventaron luego el cristianismo con sus inherentes enseñanzas suicidas para confundir, debilitar y finalmente destruir a sus enemigos. Qué tan efectivamente lo hicieron pronto lo veremos.
En el surgimiento de la gran civilización romana, Roma luchó y venció a todos sus enemigos, pero al expandirse, una de las mayores amenazas y su más peligroso rival era Cartago, que había establecido un poderoso imperio a las puertas de Roma sobre la costa sur del Mar Mediterráneo. Durante 120 años estas dos naciones guerrearon en tres contiendas mayores que constituyeron una verdadera lucha a muerte. Finalmente, con el triunfo romano, éstos demolieron totalmente a Cartago, matando a todos los hombres y vendiendo como esclavos a las mujeres y
niños cartagineses. Cartago fue así borrada para siempre de la faz de la tierra y nunca más constituyó un peligro para Roma. Pocos siglos después, en el año 70 D.C. los judíos de Judea se rebelaron contra la autoridad de Roma. El emperador Vespaciano envió al general Tito a Jerusalém al frente de algunas legiones y después de un sitio similar al de Cartago, Jerusalém corrió la misma suerte: la ciudad arrasada y la población diezmada y vendida como esclavos. Podríamos pensar que con un destino semejante la amenaza judía había sido liquidada para siempre, como ocurrió con Cartago. Pero no fue así. Por el contrario, la historia nos muestra que los judíos sobrevivieron, mientras que los romanos, como raza, perecieron.
Los romanos decayeron aceleradamente tras la adopción del cristianismo, mientras que las poblaciones esclavas importadas rápidamente se multiplicaron y reemplazaron al stock racial romano originario. Para el año 476 D.C. el imperio romano se desmoronó miserablemente y el stock racial romano primigenio puede considerarse definitivamente extinto. Los judíos tuvieron así su ansiada venganza: destruyeron completamente a la raza romana, a su imperio y a su gran civilización, hacia quienes ellos albergaban un odio intenso y patológico. ¿Cómo consiguieron eso? Ellos sabían muy bien que no podían vencer a los romanos en combate franco y directo, en el que los romanos los superaban abrumadoramente, siendo ellos, los judíos, apenas unos meros cobardes. Siendo una raza parasitaria y los supremos maestros del engaño, decidieron emplear su arma especial: la subversión de la mente. Decidieron destruir a sus odiados romanos desquiciando sus cerebros, empleando la religión como su arma más potente y efectiva a fin de desgastar y mutilar la mentalidad romana. Ellos se valieron de esas dos debilidades fatales del Hombre Blanco: credulidad y superstición. Ellos inventaron e inculcaron a los romanos una religión nueva y suicida: el cristianismo, que ha confundido, debilitado y lisiado el pensamiento del hombre blanco hasta el día de hoy.
Su fundador, supuestamente fue un cierto Jesucristo, quien según Lucas 2:21 era
un judío circuncidado. ¿Qué es lo que hay en el cristianismo que lo hace tan devastador y suicida como para haber causado el derrumbe de la gran civilización romana y catapultar a la Raza Blanca a una era de oscurantismo por los siguientes mil años, años de superstición, ignorancia, pobreza y miserias? Basta leer las primeras páginas del Nuevo Testamento para averiguarlo. En el Sermón de la Montaña (Mateo 5 al 8) encontramos al mitológico Cristo dispensando la siguiente enseñanza suicida: entrega todo lo que tienes, ama a tus enemigos, ofrece la otra mejilla, no resistas al mal, no juzgues, etc… Hay aún más y peores consejos, que de ser llevados a la práctica, llevan inexorablemente a la autodestrucción y extinción de aquellos que las tomen seriamente. Examinemos un poco más detenidamente estos necios consejos para ver qué perversos y destructivos son. Consideremos la idea de “despréndete de todo lo que poseas y dálo”. Si cada uno de nosotros fuese un buen cristiano y siguiese este precepto desde su temprana juventud, no habría existido nadie capaz de construir una empresa, un hogar ó siquiera una familia. Tan pronto hubiese juntado un par de monedas, las habría transferido a vividores y parásitos que prestos acudirían a aligerar al esforzado cristiano blanco de sus bien ganados valores. Más probable sería todavía que el judío, que no cree en semejante tontería, estuviese primero allí para apropiarse de los ahorros y los bienes del crédulo tonto blanco que así actuase. Un tonto y su dinero son pronto separados. En todo caso, si todos hiciésemos lo mismo, no quedarían suficientes ciudadanos para costear la construcción de carreteras, muelles, aeropuertos, ciudades, edificios, fábricas ó cosa alguna. Seríamos una horda de individuos erráticos, sin dinero ni hogar, sin industria, empleo ni alimento. Toda nuestra civilización se vendría abajo, retornando a un salvajismo primitivo. Tomemos ahora la idea de “amar a nuestros enemigos”. Si usted no sucumbió al primer desdichado consejo y no le dió todo a los vagos, inútiles y vividores, pero es lo suficientemente necio como para sucumbir a este precepto, el resultado final será el mismo: autodestrucción y suicidio. Si en vez de darlo, usted ha acumulado algo, pronto se verá asediado por ladrones y malvivientes que querrán despojarlo de sus posesiones. ¿Y porqué no habrían de hacerlo? Usted debe amarlos. Y peor aún, puesto que la víctima estaría imbuída de la estúpida idea cristiana de “ofrecer la otra mejilla” y “no resistir al mal” los ladrones tendrían un día de fiesta y usted estaría tal como empezó: sin nada. Podría bien haberse quedado con el primer precepto suicida y haberlo dado todo de entrada. El resultado final habría sido el mismo: usted habría terminado sin nada y los judíos y demás parásitos con la posesión de los frutos de su labor. Hay más y pésimos consejos en el sermón de la montaña. Para mayor información lea el capítulo 13 de Eterna Religión de la Naturaleza titulado el Nuevo Testamento. Baste decir aquí que cualquier análisis razonable e inteligente de la perversa y venenosa enseñanza que destila el Nuevo Testamento lleva siempre a los mismos inevitables resultados: autodestrucción y suicidio. ¿Porqué entonces alguien querría comprar semejante carga de basura? Parece increíble que así sea. Pero volvamos a esas dos letales debilidades de la mente del hombre blanco: credulidad y superstición. El taimado judío se sirvió completamente de ellas y por extraño e increíble que parezca, tuvo éxito en venderle esta nueva religión suicida a los romanos y a su mestizada y decadente descendencia de esclavos importados. La historia nos cuenta que efectivamente, los romanos compraron esta basura cristiana a los judíos, sellando así su destino fatal. En el año 313 D.C. el emperador Constantino (un taimado criminal que hizo asesinar a su esposa e hijo entre muchos otros, para ser luego canonizado por la Iglesia Católica Romana) decretó la adopción del Cristianismo como religión oficial del Imperio Romano con exclusión de todas las demás. Para el año 476 D.C. el Imperio Romano se había desplomado totalmente y la superlativa Raza Blanca Romana, que produjo la más espléndida civilización de la antigüedad — y quizás hasta el día de hoy — fue para siempre borrada de la faz de la tierra. Los judíos lo lograron inculcando en los romanos una nueva religión suicida, que éstos compraron y cual veneno consumieron, muriendo a causa de él. Los judíos obtuvieron así su ansiada venganza. El colapso y destrucción del Imperio Romano es sin duda la tragedia más colosal en la historia de la Raza Blanca.
Los romanos originales poseían mucho de lo más sobresaliente que existe en la Raza Blanca: eran un pueblo noble y valiente, eran creativos, constructores y organizadores, eran resolutos y tenaces, esforzados, infatigables e inconmovibles ante reveses e infortunios, nunca admitían la derrota y eran poseedores de una elevada disciplina y sentido del deber. Eran esclarecidos, profesionales y eficientes en grado superlativo y finalmente, no eran meramente una raza guerrera, sino una dotada por sobre todas las demás con un genio para consolidar y organizar, para la creación y administración de leyes. Su civilización perduró por mil años y dejó a la Raza Blanca una orgullosa herencia de leyes, costumbres, arte, escultura, lenguaje, arquitectura y gobierno que persisten hasta el presente. Nuestra deuda con los extintos romanos es en verdad muy grande.
En contraste con los romanos, los judíos eran todo lo opuesto: nunca construyeron civilización alguna, no crearon ni arte, ni arquitectura, ni ninguna otra cosa digna de crédito. Constituyen la raza más antigua en el mundo y han aparecido una y otra vez en la historia de todos los grandes pueblos blancos — egipcios, griegos, romanos, etc… en los últimos 5.000 años. Su característica más predominante ha sido su astucia, su capacidad para el engaño y para introducirse en las entrañas de otras naciones, succionándoles su sangre y llevándolas a su destrucción. Eso mismo están haciéndole ahora a la Raza Blanca en su totalidad, pero principalmente en los Estados Unidos de Norteamérica, que es la víctima marcada para su mestizaje y destrucción. Esto debe hacernos estudiar seriamente a nuestro verdugo y encontrar el modo y los medios para evitar este destino programado.
Analicemos primeramente el porqué los judíos han sobrevivido por 5.000 años, cuando naciones más inteligentes y poderosas (como los egipcios ó los romanos) no lo hicieron. ¿Porqué los cartagineses desaparecieron completamente, pero cuando Jerusalém sufrió un destino similar, los inferiores judíos consiguieron sobrevivir y destruir a los poderosos romanos? Hay muchas razones pero la fundamental reside en su religión mosaica, hecha a medida para esta raza parasitaria. El judaísmo ha unido a la raza judía con una fanática lealtad, no igualada por ningún otro pueblo. Ha hecho más aún: le ha dado un propósito y un programa que ellos han proseguido tenazmente a lo largo de los últimos 3.000 años. En esencia consiste en poner bajo el dominio judío todos los bienes y riquezas del resto del mundo y subyugar a todos los demás pueblos transformándolos en esclavos suyos.
Una elevada meta en verdad, pero han sido extremadamente exitosos y están ahora próximos a ella. Su religión les ha dado una filosofía que ha sido el núcleo alrededor del cual se agruparon en su larga y tumultuosa historia.
Despojada de todo lo superfluo y falaz, se reduce a esto: lo que es bueno para los judíos es la más alta virtud, lo que es malo para los judíos es el peor de los pecados. Nada importa sino la supervivencia y el bienestar de la raza judía. Los romanos no poseían una religión semejante. Tenían sí un confuso conjunto de divinidades — Marte, Júpiter, Venus, Mercurio y muchos más — pero ellos poco significaban para la unidad y estabilidad de la raza romana cono tal. No les confirieron ningún credo específico, ni programa, ni propósito. Su religión era una supersticiosa extravagancia de un mundo de fantasía. Sobre todo no promovía la lealtad racial, que es el ingrediente esencial de cualquier credo que se proponga la supervivencia de una raza. No poseyendo una religión racial, los romanos fueron altamente vulnerables a la astucia del taimado judío, maestro histórico del engaño y el más insidioso y artero manipulador mental que el mundo
ha conocido. Los judíos tenían aún otra ventaja: a diferencia de Cartago no estaban concentrados en Jerusalém, ni en Judea, sino dispersos por todo el imperio romano, parasitariamente agrupados en rutas y centros comerciales. Dominaban el mercado del dinero, el tráfico de esclavos y muchos otros centros neurálgicos del poder. Pero por sobre todo estaban férreamente unidos. Careciendo los romanos de una religión racial y por ende siendo altamente vulnerables; tras la destrucción de Jerusalém en el año 70 D.C., los judíos con la invención del cristianismo acometieron su destructora venganza. Inventaron el horrible concepto del infierno — como el imaginario “cuco” antes descripto — para aterrorizar y dominar por el miedo a sus ingenuas víctimas y así someterlas. Con estas formidables armas, como la teoría de la tortura y el fuego infernales, desencadenaron una terrible confusión entre los crédulos y los supersticiosos. Las víctimas deglutieron todo este invento, incluyendo los conceptos suicidas del “dá todo lo que tengas”, “ama a tus enemigos”, “ofrece la otra mejilla”, ”no resistas al mal”, ”no juzgues” y todo el restante repertorio de enseñanzas idiotas y suicidas. Los ofuscados romanos, que en su historia pasada habían sido realistas, conscientes y cuidadosos de sus asuntos aquí en la tierra — el único lugar donde se sabe que el hombre ha vivido — perdieron el sentido de realidad. En lugar de ocuparse de sus obligaciones concretas, ahora como cristianos sus mentes deambulaban por un mundo fantasioso de espíritus. Su imperio, su civilización y su raza se fueron al diablo, directo a la alcantarilla de la historia para nunca más renacer y con los judíos en completo control de ese desastre.
Mil quinientos años después los judíos siguen teniendo el control de la Raza Blanca. Aún después de habernos sometido a mil años de miserable oscurantismo estamos todavía atascados con la misma religión suicida que enajenó el cerebro de los romanos llevándolos a un mundo irreal de seres imaginarios. Entretanto los judíos han consolidado notablemente sus logros. A lo largo de los siglos han enriquecido su arsenal de técnicas para dominar y explotar a sus víctimas.
Además de la religión, estas herramientas son:
1° El Dinero: los judíos controlan el oro, las finanzas, los bancos y las bolsas de comercio del mundo.
2° La Propaganda: los judíos controlan periódicos, agencias noticiosas, estaciones de radio y televisión, la impresión y distribución de libros y revistas y todo otro aspecto significativo del mundo mediático.
3° La Educación: sería demasiado extenso tratar aquí la forma en que los judíos controlan las instituciones educativas. Baste decir que ellos coercionan a nuestros niños — con la fuerza de la ley de su parte — para adoctrinarlos, imprimiendo en sus mentes destructivas y depravadas ideas judaicas tendientes a la mezcla racial y al consiguiente envenenamiento genético de nuestras futuras
generaciones.
4° El Gobierno: controlando todo lo anterior, lo hacen también con nuestros gobiernos, apareciendo en todos sus niveles cual manga de langostas. Esto se aplica a todos los gobiernos del mundo. Su truco preferido es presentar a un sumiso gentil blanco en primera línea y rodearlo de los reales poseedores del poder — todos ellos judíos. Vaya como ejemplo el grupo de burócratas en funciones en Washington en 1975. Encontramos a Gerald Ford, un gentil blanco de extracción anglosajona oficiando de mascarón de proa.

Ahora veamos quienes lo rodeaban:

HENRY KISSINGER: Secretario de Estado (Canciller) y Director del Consejo Nacional para la Seguridad, dos oficinas vitales para la seguridad del país en manos de un judío traidor, pro marxista, cuya lealtad es hacia Israel, el comunismo y la estructura judaica de poder mundial.
JAMES SCHLESSINGER: judío, Secretario de Defensa.
JOHN SIMON: judío, Secretario del Tesoro.
ARTHUR BURNS (alias Bernstein): judío, Director de la Reserva Federal.
Un judío apellidado SIMON: asesor financiero del Presidente.
Un judío apellidado BERNSTEIN: asesor de la Federal Insurance.
RON NESSEN: judío, Secretario de Prensa del Presidente.
Un judío apellidado FRIEDMAN: redactor de los discursos presidenciales.
ALAN GREENSPAN: judío, Director del Consejo Económico.
CASPAR WEINBERGER: judío, Secretario de Salud, Educación y Bienestar Social.
Un judío apellidado LEVY: Director de la Procuraduría General.
Hasta la Secretaria privada de la Sra. Betty Ford — esposa del Presidente — era una judía apellidada WEIDENFELD.

Así se aseguran de ocupar todos los puestos claves, no existiendo ninguno que no esté ocupado por uno de los de su tribu. La lista de personajes cambia continuamente pero una cosa es segura: es siempre un reparto de judíos.

Hasta aquí hemos analizado el problema. Pero ¿cuál es la solución de esta siniestra calamidad, dentro de la cual está atrapada en la actualidad la Raza Blanca? ¿Estamos condenados a mestizarnos y desaparecer, como lo planean los judíos y como ya lo hicieron con los romanos? ¿O hay todavía alguna esperanza de que la Raza Blanca despierte, sacuda su estupor, se organice y tome control por la fuerza de su propio destino? Nosotros, los de la Iglesia del Creador, decimos que sí podemos librarnos de la fatídica situación actual, que sí podemos recuperar el control de nuestro destino. Es más, debemos hacerlo. Es una cuestión ya de vida ó muerte. Estamos en un terrible dilema, no hay duda alguna. En 1920 la Raza Blanca estaba en relación 1 a 2 con las razas de color. Hoy ella es 1 a 12 con la Raza Blanca decreciendo y las de color aumentando explosivamente a una velocidad sin precedentes y asediándola hasta en sus países de origen: Europa y los Estados Unidos. La judaica Organización de las Naciones Unidas alegremente predice que en otra generación la Raza Blanca será superada 49 a 1. Cuando esto ocurra será ya muy tarde. Reducida a la impotencia, será masacrada por una marea de razas de barro, a la señal convenida por el judío. Durante generaciones, estas razas de color han sido adoctrinadas en el odio hacia la Raza Blanca a lo largo y ancho del mundo y estarán anhelantes de exterminarnos cuando consigan la superioridad numérica necesaria, especialmente cuando la lucha por el alimento se vuelva crítica.
Nosotros, los de la Iglesia del Creador estamos convencidos de poder evitar este desastre. Tenemos el credo y el programa con el cual lograrlo. Si los romanos lo hubiesen tenido, los judíos no habrían podido destruirlos. Si hubieran tenido una religión racial como Creatividad en lugar de sus inútiles dioses, ¡qué mundo tan diferente sería el actual! En lugar de uno degenerando rápidamente hacia el caos, inundado por hambrientas masas de color que no tienen cabida en un mundo explotado por el judaísmo internacional; tendríamos un hermoso planeta poblado por una raza creativa, productiva y culta: la Raza Blanca. Sería un planeta maravilloso, sin negros, judíos, ni hordas de subhumanas razas de barro. El progreso genético, cultural y tecnológico que se hubiera desarrollado en los mil quinientos años a partir de la extinción de los romanos sería una maravilla digna de ser contemplada. Algo así sólo puede concebirse apelando a una fantástica imaginación. Un mundo como el que los romanos hubiesen construido, si hubieran progresado munidos de una fuerte religión racial, es la meta de la Iglesia del Creador. No es demasiado tarde; lo que necesitamos es una dirección completamente nueva — una nueva y poderosa religión racial para la Raza Blanca — una religión basada en el valor superlativo de nuestra raza. En Creatividad tenemos esa religión. Su núcleo central es Supervivencia, expansión y mejoramiento de la Raza Blanca y únicamente de ella, con exclusión de todas las demás. La regla de oro de la Iglesia del Creador es: lo que es bueno para la Raza Blanca es la máxima virtud, lo que es malo para la Raza Blanca es el peor de los pecados.
Organizada y unida la Raza Blanca es diez veces más poderosa que todos los negros, judíos y razas de barro del mundo juntas. Nosotros, los de la Iglesia del Creador intentamos organizar el colosal potencial de poder del hombre blanco para el beneficio exclusivo de la Raza Blanca. Intentamos poner a cada hombre blanco en la disyuntiva de tener que tomar forzosa y públicamente partido: por la Raza Blanca, ya sea de palabra, de hecho ó por acción, ó ser expuesto como un infame traidor a su raza. No habrá posiciones intermedias.
La base de nuestro credo es elevar el nivel de bienestar de la Raza Blanca, multiplicar su número hasta ocupar todas las regiones fértiles del planeta y por sobre todo, conservándola pura y elevándola a niveles genéticos superiores a los actuales. De ninguna manera significa esto librar guerras de exterminio contra las razas de color (si es que ésta es su impresión); tampoco queremos esclavizar a raza alguna. Pretendemos seguir el mismo plan de expansión que la Raza Blanca empleó en la conquista del oeste norteamericano, aplicando esta modalidad a la ocupación del resto del planeta por los nuestros. La esencia de nuestro programa es lealtad racial, proveyendo siempre por el mejor interés de nuestra propia gente: la Raza Blanca. Es nuestra posición inalterable e irrenunciable el dejar de subsidiar, alimentar, ayudar, auxiliar y fomentar la escoria parasitaria del mundo que está al momento devorando nuestra productividad aprovechándose de nuestra prodigalidad. Así como los inferiores indígenas americanos no fueron capaces de competir con el colono blanco, las razas de barro del planeta no lo serán tampoco. Es sólo debido al control judío y al pervertido sentido de confundida lealtad que la Raza Blanca está reduciéndose numéricamente, alimentando y expandiendo a las razas de barro al punto de poner en peligro su propia existencia. Es estúpido, idiota y suicida el reducir el número de los nuestros y ayudar a aumentar el de nuestros enemigos. Nosotros, los de la Iglesia del Creador pretendemos revertir ese proceso. Pondremos en práctica el trabajo racial en equipo y lealtad racial para aumentar cuantitativamente a la Raza Blanca y disminuir drásticamente el número de las razas de color dejándolas libradas a su propia suerte e incapacidad. Pretendemos aumentar nuestra población y territorios en la misma forma que el Hombre Blanco lo hizo en todo el mundo en los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX.
El primer paso en nuestra lucha de supervivencia reside en traer de vuelta a la sana senda el pensamiento del hombre blanco, devolviéndolo a la sanidad mental. El mayor obstáculo superar no son los judíos, negros y demás razas de barro, sino primero enderezar el ahora equivocado pensamiento del hombre blanco. Para poder sobrevivir, la Raza Blanca necesita un nuevo credo/filosofía, de hecho una religión completamente nueva. El pensamiento del hombre blanco debe ser liberado del cáncer judío que ha corroído y obnubilado su mente por los últimos dos mil
años y debe enfrentar la realidad. De eso se trata nuestra religión Creatividad. Está basada en la realidad, no en “irás al cielo cuando mueras” ó “te freirás en el infierno cuando mueras”. Tampoco se basa en un mundo fantástico de espíritus celestiales a quienes debemos vanamente implorar, pedir ó rezar para nuestra felicidad y bienestar. Dejamos atrás toda esa tontería religiosa y burda superstición. Nuestra religión se basa sólo en la realidad, en las leyes de la Naturaleza que son eternas, reales y que han estado y siempre estarán. Y una de las primordiales es la de proveer a la supervivencia de nuestra propia especie. Esta ley trasciende a todas las demás. Si los romanos hubieran tenido conciencia de esto, habrían mantenido pura su raza procurando su supervivencia,
expansión y mejoramiento racial y éste sería un mundo muy distinto y superior. Hay mucho más en nuestro programa, tenemos nuestros Dieciséis Mandamientos. El detalle puede hallarlo en el capítulo El Camino a la Grandeza, con una descripción del mejor y más brillante mundo que ansiamos.
Hay mucho por hacer si nuestra raza y nuestra gente han de sobrevivir a la presente situación en que se encuentran. Todo está detallado en nuestros libros básicos Eterna Religión de la Naturaleza y La Biblia del Hombre Blanco. Léalos, estúdielos y distribúyalos entre sus camaradas raciales. A continuación organícese, lea todo nuestro programa y súmese a la lucha, usted nos es necesario. Recuerde que ser escéptico no es un vicio, ser crédulo y supersticioso no es una virtud.
Y que hoy sea el día en que usted tome una decisión y una posición a favor de su raza — la Raza Blanca. Que hoy sea el día en que usted se entregue a la tarea de construir un mundo mejor y más blanco para el mañana, para nuestros hijos.

Como hacía Catón el Mayor al final de cada intervención, nosotros también solicitamos la destrucción del enemigo racial común. Él proclamaba: ¡Delenda est Cartago!

Nosotros: ¡Delenda est Judaica!

¡Por un mundo más Blanco y brillante!
¡RAHOWA!

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¿QUIÉN ES EL ENEMIGO?

“No se es buen observador cuando solamente se observa la mano que mata y no
quien la dirige”— Friedrich Nietzsche (Más allá del Bien y del Mal, Cuarta
Parte, 70)

Se dice que el mayor tonto es quien no sabe reconocer a su enemigo. El segundo más tonto es quien colabora con él. Nosotros Creadores, decimos que lo primero conlleva necesariamente a lo segundo. Escuchamos continuamente invectivas contra el “Imperio”, fervorosas declaraciones a favor de “la paz”, cuán absurda y pérfida es “la guerra”, críticas a quienes “se benefician con la guerra y del sufrimiento ajeno” y toda una interminable lista de falsedades y estupideces que se quieren hacer pasar por fundadas posiciones en contra de la guerra en Asia. ¿Nos hemos parado a meditar un poco en todo este conjunto de indiscriminadas declaraciones tan cacareadas desde los habituales plumíferos de la prensa pro kosher hasta el alicaído prelado que ocupa todavía — a pesar de su decrepitud -- el trono de Pedro en el Vaticano? Vamos a intentar desmenuzar algunas de estas aseveraciones hechas tan a la ligera y apremiadas por lo
dramático de la situación planteada desde que se supo que Bush Jr. invadiría
Iraq por su sola decisión.
Primeramente digamos que no hay “Guerra” así en abstracto, sino que hay guerras y ellas pueden ser justas o injustas. No podemos comparar de ninguna manera una de conquista y depredación — como las invasiones inglesas en 1806 y 1807 en el Plata — con una guerra de justa defensa de nuestro territorio o integridad nacional. Primera objeción a estos “pacifistas”: no toda guerra es reprobable, las hay necesarias y hasta deseables. Por ende no estamos en contra de una determinada guerra o a favor de ella sin saber primero quién la lleva a cabo, contra quién se libra y quién se beneficia con ella. En la situación que nos incumbe se trata de una guerra – a semejanza de la Segunda Guerra Mundial – librada a fin de hacer un continente más seguro para los judíos. En aquella oportunidad se trató de hacerles Europa más segura, ahora es hacer el Asia más segura para esa misma nefasta y parasitaria tribu. Si esto pareciese exagerado recordemos al Chicago Jewish Tribune, órgano de la judería de esa ciudad nortea-mericana del 8 de Octubre de 1942: “… la Segunda Guerra Mundial es la lucha por la defensa de los intereses del judaísmo… todas las demás explicaciones no son nada más que excusas”.
Con respecto a la paz podemos precisar exactamente lo mismo. Lo que aquí se pretende es algo similar a la Pax Soviética, sólo que esta vez podríamos llamarla la Pax Judaica. Es decir una pseudo paz según la normativa y conveniencia del pueblo elegido y sus sirvientes más consecuentes. Para tener una idea exacta de lo que esto significa observemos detenidamente lo que ocurre en el Estado de Israel con los palestinos: sometimiento a su ignominiosa tiranía o muerte, esto es lo que nos espera a todos si permitimos que los judíos hagan lo que quieran según su entender y conveniencia.
Los que lucran descaradamente con estas guerras son los mismos que lo vienen haciendo con todas las guerras libradas en el siglo XX (y antes también) y no son entes abstractos, tienen nombres y apellidos muy claramente identificables como lo que son: judíos. Entonces digámosle a los eternos pacifistas: Señores, dejen de lamentarse en abstracto y empiecen por identificar y nombrar a esos individuos de una buena vez, ¡no son marcianos, son judíos! ¡Actúen en consecuencia, si son sinceras sus expresiones!
Si tenemos en cuenta que los secuaces de la estructura judaica de poder iban a atacar a Iraq de todas maneras, se desarmara o no, ¿a qué suenan las llamadas al desarme unilateral de ese país hechas por los países europeos? Lisa y llanamente a hipocresía. Lo que buscaban era una guerra más corta, con menos problemas para los invasores y con el menor barullo posible. Muy distinto hubiera sido que simultáneamente con ese desarme de Iraq le hubiese sido garantizada su integridad territorial por esas mismas potencias que tanto cacareaban acerca de la conservación del orden internacional. Pero no ocurrió así. ¿Porqué? Porque todas ellas están bajo el diktat judaico, como lo está el Papa Woityla, que parafrasea acerca de la guerra y la paz, pero está inmerso en
un intenso romance diplomático -- desde hace ya varios años -- con el terrorista estado judío; un estado donde por decreto oficial se queman públicamente los libros sagrados de su religión. ¿Qué pasaría si sucediese al revés? Imaginémonos un país cualquiera donde por mandato oficial se deban quemar libros sagrados del judaísmo. ¿Tendrían el estado judío o los judíos de la diáspora una actitud pasiva y complaciente como la del Vaticano? Recordemos el año pasado el ataque y asedio a la Basílica de la Natividad, que se considera uno de los lugares más caros del cristianismo. ¿Se elevó alguna voz de protesta desde el Vaticano u otro país cristiano? ¡NO! ¿Qué hubiera sucedido si hubiera sido al revés? Imaginemos un ataque a una sinagoga en algún remoto lugar del planeta: la batahola mundial que se hubiera generado habría sido ensordecedora. De modo que digámosle a ese pío pastor que no nos convencen sus súplicas amañadas por una paz que no alcanza a definir, en cambio sí nos son muy elocuentes sus hechos — por acción u omisión — respecto de sus “hermanos mayores en la fé”.
Preguntémonos: ¿Es todo esto algo espontáneo o preparado? Vamos a repasar algunas declaraciones de los “halcones” de esta guerra.
Hace ya varios meses New Republic publicó una nota del profesor Stanley Hoffman de Harvard, quien al referirse a los cuatro grupos de poder en pugna en
Washington, se refiere al cuarto como:
“…Y finalmente, hay una heterogénea colección de amigos de Israel, quienes creen en la identidad de intereses entre el estado judío y los Estados Unidos… Estos analistas observan a la política exterior desde la óptica de un concepto dominante: ¿Es esto bueno o malo para Israel? Desde la fundación de esa nación en 1948 estos pensadores no han sido bien vistos por el Departamento de Estado, pero ahora están bien asentados en el Pentágono, alrededor de ciertos estrategas
como Paul Wolfowitz, Richard Perle y Douglas Feith.”
En un artículo de primera página del 9 de Febrero de 2003 del Washington Post, Robert Kaiser cita a un funcionario de alto rango del gobierno diciendo: “…Los Likudniks están realmente al mando ahora”. Kaiser nombra a Perle, Wolfowitz y Feith como miembros de un grupo pro israelí dentro de la administración y agrega al mismo a David Wurmser del Departamento de Defensa y a Elliott Abrams del Consejo de Seguridad Nacional. (Abrams es el yerno de Norman Podhoretz, editor emérito de Commentary, una publicación que durante décadas acusó a los críticos de Israel de antisemitas.) Todos estos individuos son intervencionistas y consideran al apoyo inclaudicable a Israel como una característica de su grupo. Sus publicaciones incluyen a Weekly Standart, New
Republic, National Review y al Wall Street Journal. Si bien reducidos en número, ejercen un poder desproporcionado por medio del manejo de las revistas y fundaciones conservadoras, sus medios sindicalizados de comunicación y por su proximidad con los hombres de poder.
El 12 de Septiembre de 2001, cuando los norteamericanos estaban todavía en shock, Bill Bennett le dijo a CNN que “…estamos en una lucha entre el bien y el mal”, “…el congreso debe declarar la guerra al Islam militante” y “…una fuerza aplastante debe ser usada”. Bennett citó como blancos de ese ataque a Siria, Líbano, Libia, Iraq, Irán y China. Extrañamente no mencionó a Afganistán, el santuario de los terroristas de Osama Bin Laden. ¡Cómo sabía Bennett qué naciones debían ser aniquiladas antes de tener alguna idea acerca de quién había perpetrado ese ataque?
The Wall Street Journal inmediatamente ofreció una lista de blancos específicos para un ataque, reclamando ataques aéreos de Estados Unidos contra “campos de terroristas en Siria, Sudán, Libia, Argelia y quizás Egipto”.
El 15 de Septiembre de 2001, Bob Woodward en Bush at War acotó “…Paul Wolfowitz planteó argumentos militares para un ataque estadounidense contra Iraq mas bien que contra Afganistán”.¿Porqué Iraq? Porque, argumentó Wolfowitz en el Gabinete de guerra que, ”…mientras que un ataque sobre Afganistán sería inseguro… Iraq era ostensiblemente un régimen opresor y podría quebrarse fácilmente. Era factible.”
El 20 de Septiembre de 2001, 40 neoconservadores enviaron una carta abierta a la Casa Blanca instruyendo al presidente Bush cómo debía ser conducida una guerra contra el terrorismo. Firmada por Bennett, Podhoretz, Kirkpatrick, Perle, Kristol y el columnista del Washington Post Charles Krauthammer, esa carta era un ultimátum. Para retener el apoyo de los firmantes, el presidente debía apuntar a Hezbollah para su destrucción, tomar represalias contra Siria e Irán si ellos se negaban a cortar conexiones con el terrorismo y derrocar a Saddam Hussein. Cualquier negativa de atacar a Iraq, advirtieron los firmantes a Bush, “…constituiría una temprana y quizás decisiva capitulación en la guerra contra el terrorismo internacional.”
El ex funcionario del Pentágono Michael Ledeen en The War Against the Terror Masters, identifica qué regímenes debe Norteamérica destruir:
“…Primero y principal debemos derribar a los regímenes del terror, comenzando por los Tres Grandes: Irán, Iraq y Siria. Después nos ocuparemos de Arabia Saudita… Una vez que los tiranos de Irán, Iraq, Siria y Arabia Saudita hayan sido derrocados, seguiremos ocupados… Hemos de asegurarnos la realización de la revolución democrática…La estabilidad es una misión norteamericana indigna y un concepto engañoso a desechar. No queremos estabilidad en Irán, Iraq, Siria, Líbano y aún en Arabia Saudita, queremos que las cosas cambien. La cuestión real es, no si vamos a desestabilizar, sino cómo lo haremos.”
Norman Podhoretz en Commentary afirma que: “…Podemos vernos obligados a tener que derrocar cinco, seis o siete tiranías en el mundo islámico (incluyendo a ese sponsor del terrorismo que es la Autoridad Palestina de Yasser Arafat). Puedo llegar a imaginarme el torbellino de esta guerra llevando a una nueva especie de misión para Norteamérica, cuyo propósito sería el supervisar la aparición de nuevos gobiernos en la región más dispuestos a encarar reformas y modernizaciones que los despotismos actuales allí. ...Puedo imaginarme el establecimiento de alguna clase de protectorado norteamericano sobre los campos petrolíferos de Arabia Saudita, en la medida que nos preguntamos cada vez más porqué les debe ser permitido a 7000 príncipes el ejercer tanta influencia sobre nosotros y los demás.”
En Febrero de 2003, Ariel Sharon le dijo a una delegación de congresales norteamericanos que “…después que el régimen de Saddam haya sido destruído, es de vital importancia que los Estados Unidos desarmen a Irán, Siria y Libia.”
El 10 de Julio de 2002, Richard Perle invitó a un ex asesor de Lyndon LaRouche llamado Laurent Murawiec para exponer ante el Defense Policy Board, en cuya ocasión expresó: “…Arabia Saudita, esa guarida del mal, el primer y más peligroso oponente de los Estados Unidos…” En el cierre de su exposición presentó una “Gran Estrategia para el Medio Oriente”, “… Iraq es el pivote
táctico, Arabia Saudita el pivote estratégico y Egipto es el premio…”
Agreguemos que ya empieza a aparecer en boca de estos individuos el término Cuarta Guerra Mundial para designar a la presente escalada de ataques a los países que representan un peligro para la judería. Y recalco el término puesto que no son sólo países ó regímenes enemigos del estado de Israel o del sionismo, sino de la judería en su totalidad. Por ende los judíos son global y mancomunadamente los responsables últimos de lo que pueda sobrevenir por causa de estas acciones de agresión.
La lista de enemigos de la nefasta tribu de Judá está sólo en sus comienzos, incluirá a todos los países que osen oponerse a la dominación judaica. Ellos – los judíos — aparentarán mantenerse al margen de los hechos enviando al frente a sus shabat goim y manejando las acciones desde bastidores. Sólo cuando se queden sin mansos subordinados que les hagan el trabajo sucio ó cuando no los necesiten más, se sacarán la careta y ocuparán el lugar de mando. No podemos descartar una explosión en el mundo árabe, máxime tomando en cuenta que los puede llegar a mover un sentimiento religioso que es mucho más profundo y movilizador que un pensamiento político (que de última instancia es sólo un compromiso intelectual). De no ser así veremos caer aplastados bajo la maquinaria de guerra del Gobierno de Ocupación Judío enquistado en Washington D.C. uno a uno los países que ellos designen como el próximo destinado al sacrificio en aras del pueblo elegido.
Y…¿Qué nos cabe esperar a nosotros? La respuesta no es si vendrán, sino cuándo lo harán. Porque no nos engañemos, llegará el momento en que nos necesiten despojar de territorio y/o recursos naturales. Somos — y si no cambiamos — seguiremos siendo un país vulnerable, carente de identidad nacional y noción territorial propia, atento al dictado de la marioneta pro judía de turno. Y los judíos con sus sicarios de turno vendrán. Estamos a tiempo. Comencemos por desenmascarar al enemigo, al real — el judío. Dejemos de repetir estúpidos clichés del “imperialismo yanqui”, la “masonería británica”, el “Nuevo Orden Mundial” y la “globalización”. Esos son sólo los síntomas de la enfermedad. La causa única y excluyente es quien viene manejando artera e inexorablemente los resortes de poder desde por lo menos la Revolución Francesa: LA ESTRUCTURA JUDAICA DE PODER.
¿Porqué le es tan difícil al hombre común ver esto? Porque esta realidad que nos toca vivir es siempre vista a través del lente de alguna ideología derivada del judaísmo y como él está estructurada con un criterio y método religioso, POR ENDE NO VALE AQUÍ EL RAZONAMIENTO NI LA INTELIGENCIA.. Volvemos a la situación de siempre: el primer y principal problema no es el judío, sino que consiste en reencauzar la mente del Hombre Blanco. En volverla a un curso de pensamiento sano y desprovisto por completo de elementos de origen judaico — judenrein. De ahí la necesidad de desenmascarar y combatir toda ideología que abreve en elaboraciones surgidas de la perversa mentalidad colectiva judía. Este es el primer paso. No puede haber compromiso con ellas. Es menester erradicarlas por completo del pensamiento o sino pereceremos a consecuencia de su toxicidad intelectual.
El enfrentamiento no es parejo, pues el judío posee la formidable ventaja del manejo indiscriminado de los medios de comunicación — periódicos, agencias noticiosas, radio, televisión, cine y teatros. Pero no es invulnerable: teme a la exposición. Pero por sobre todo el judío teme a la violencia ejercida contra su persona, es un cobarde innato. Y su terror comienza cuando toma conciencia de
que su dinero — ó poder — no le garantiza la vida. La necesidad imperiosa de la hora es la organización y el esclarecimiento. Pero debemos arrancar de una base ideológica sólidamente fundada. En Creatividad tenemos esa ideología: concreta, sensata, basada no en fábulas judías, sino en las Leyes de la Naturaleza, las lecciones de la Historia, el justo criterio y el sentido común.

¡Por un mundo más Blanco y brillante!
¡Delenda est judaica!
¡RAHOWA!

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EL SERMÓN DE LA MONTAÑA

Esa Úlcera Cancerosa que Derribó al Imperio Romano

Ben Klassen, Pontifex Maximus,
Fundador de la Iglesia del Creador

Si es que hay un conciso grupo de postulaciones que caracteriza y diferencia al cristianismo del judaísmo y de las otras religiones, él es ciertamente las siempre muy proclamadas beatitudes enunciadas en el Sermón de la Montaña. Es esta suicida colección de consejos extremadamente malos la que constituye el corazón del cristianismo y es, de hecho, este consejo el que trágicamente ha puesto a la Raza Blanca en un curso, que de ser continuado, pronto la llevará a su erradicación del Planeta Tierra. Por ello, en vez de idolatrarlo ciegamente desde lejos cual ídolo intocable, vamos a examinarlo en detalle, vamos a analizar lo que dice con exactitud y vamos a preguntarnos — ¿es esto realmente una buena enseñanza o es algo absolutamente insano? ¿Y si es bueno, para quién lo es, para nosotros o para nuestros enemigos? Más aún, si es tomado literalmente, ¿podrían sus víctimas sobrevivir por mucho tiempo, o se trata de una venenosa fórmula programada para el suicidio de los que la siguen?
El Sermón de la Montaña es un interminable menú de consejo suicida diseminado a lo largo del Nuevo Testamento. Vamos a reunir todos estos platos venenosos, a examinar qué dicen cada una de estas recetas y vamos entonces a preguntarnos lo que es la Regla de Oro de Creatividad: ¿Es esto bueno para la Raza Blanca? Esta es la base de nuestra filosofía, viéndolo desde el punto de vista del Hombre Blanco, ¿va a ser beneficioso o perjudicial para la Raza Blanca? A medida que progresemos en su contenido le propongo al lector que se pregunte lo mismo: ¿Es esto realmente bueno para la Raza Blanca o es perjudicial y suicida?
La primera referencia al Sermón de la Montaña está consignada al principio del Nuevo Testamento, en Mateo 5, 6 y 7. Los judíos no perdieron el tiempo en aparecer con su carnada venenosa. Usted podrá comprobar esto en la mayoría de los argumentos de Cristo (una figura ficticia, de la cual no hay registro histórico ni evidencia fuera de la Biblia judía), el gancho siempre es la promesa expansiva y no verificable de que es barato, fácil y que nada cuesta el dar. Esa promesa es — su recompensa será en el más allá — el cielo, otro concepto ficticio que no es verificable. Nadie ha estado allí, ni nadie lo ha visto, oído, palpado u olido. A los crédulos simplones se les pide que acepten sólo la palabra de los escribas — no pida evidencia, ni siquiera una explicación lógica. Sea sólo un tonto crédulo y crea — crea — crea. ¿Y a quiénes supuestamente debemos creer?: a una caterva de escribas judíos, muertos hace mucho tiempo y cuyas identidades nunca fueron históricamente establecidas, no más reales que Santa Klaus o Peter Pan. Realmente es una base muy débil sobre la que se nos pide erigir nuestras vidas – ¿no le parece? Vamos entonces a examinar con qué se han venido estos escribas judíos y qué han prescripto para ser seguido por los goim.

Mateo 5

Al principio de este capítulo estos ignotos escribas judíos aseveran:
1. “Y viendo a las gentes subió (Cristo) al monte y sentándose, llegaron a él sus discípulos”.
2. “Y abriendo su boca, les enseñaba, diciendo:
3. “Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos”.
Detengámonos un momento aquí. Lo que está diciendo (supuestamente, puesto que no hay ninguna evidencia de que jamás lo haya dicho ni de que haya existido) es que la enseñanza cristiana favorece a los “pobres de espíritu” — a saber los débiles mentales, los tarados, los idiotas, los vagos y haraganes — y que tiene lista una recompensa especial para ellos: ¡automáticamente van al cielo! ¿No es grandioso? Lo que este mundo necesita son más imbéciles, idiotas y holgazanes. Esta es la misma idea de nuestros gobiernos cuando actúan favoreciendo a los elementos más inferiores de la sociedad. Esta idea no es buena para la Raza Blanca y de hecho es utilizada en su contra.
Sigamos: versículo 5: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad”. La misma idea. Mientras que a los idiotas se les garantiza el cielo, a los mansos (que están apenas un poco por encima de ellos) Cristo generosamente les otorga la tierra. Este ardid judío está diseñado a medida para tornar a los Hombres Blancos militantes en mansas y sumisas entidades, de modo que los judíos — que no creen en esta basura — tengan menos problemas en apoderarse de este planeta, explotando, esclavizando y expoliando a sus víctimas. ¿Los mansos heredarán la tierra? A lo cual nosotros Creadores contestamos: ¡No, por cierto! ¡No, si podemos evitarlo!
Mateo 5 continúa en una vena similar: versículo 7: ”Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. ¿De veras? Pregúntele a las víctimas de los bolcheviques, que todo lo perdieron por su pacífica, piadosa y pacifista actitud frente a la embestida judía. “Bienaventurados” los limpios de corazón, los pacificadores, los rectos y toda una plétora de ovejas sumisas. Ellos son los preferidos, los bienaventurados, a quienes los judíos erigen como ejemplos, en los que quisieran convertir y pervertir a todos los goim, para así poder tener una masa complaciente de sujetos pacifistas, fáciles de ordeñar, explotar y esclavizar.
El capítulo 5 de Mateo es una desordenada mezcla de amenazas, advertencias y admoniciones para nublar y confundir a los crédulos y a los supersticiosos. Dice el versículo 22: “Mas yo os digo que cualquiera que se enojare locamente con su hermano, será culpado del juicio y cualquiera que dijere a su hermano necio, será culpado del consejo y cualquiera que dijere fatuo, será culpado del infierno del fuego”. Eso es bastante drástico. De modo que si usted alguna vez ha llamado a su hermano (o hermana, presumo) fatuo (o algo similar) irá directamente al infierno para siempre. Al menos esto es lo que esta pequeña gema atribuida a Cristo dice.
Vamos al versículo 28: “Mas yo os digo, cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya cometió adulterio con ella en su corazón”. ¡Pobres presidentes Carter y Clinton! Evidentemente ellos están condenados al infierno, puesto que cometieron adulterio violando uno de los sacrosantos diez mandamientos. No obstante, no estarán solos, porque todos los matrimonios y uniones sexuales que son necesarios para producir la próxima generación comienzan inevitablemente por la atracción sexual, que es lo que la Biblia judía llama lujuria. Todos nuestros ancestros han pecado y seguramente estarán esperándonos en el infierno. No importa cómo se mire, este versículo es una estúpida tontería.
Los próximos dos versículos son todavía mas ridículos, de hecho completamente insanos. El versículo 29 dice: “Si tu ojo derecho fuere ocasión de caer (en el pecado), sácalo y échalo de ti”. El 30: “Y si tu mano derecha te fuere ocasión de caer, córtala y échala de ti ”.. El mensaje es que si sus ojos o sus manos son instrumentos que lo llevan a pecar, arránqueselos, córteselas y tíreselas a los perros. Desde el momento que los ojos y las manos son indispensables en prácticamente todo lo que hacemos, y siendo todos nosotros pecadores (de acuerdo con este libro judío) perpetuos, deberíamos todos andar por el mundo sin un ojo o una mano (derecha, izquierda o ambas). No he visto a ningún devoto cristiano en esa condición, de modo que ninguno ha seguido ese consejo. Es más, debería estar completamente loco si lo hiciera. ¿Sería bueno para la Raza Blanca seguir estos locos mandatos?
Mateo 5:39 dice: ”No resistáis al mal; antes a cualquiera que te hiriere en tu mejilla diestra, vuélvele también la otra”. Perfecto consejo para derrotar al enemigo sin que éste presente siquiera pelea. Perfecto consejo para hacer de la Raza Blanca una horda de poco viriles pacifistas, fáciles de dominar y explotar. ¿Es éste un buen consejo en el momento que estamos confrontados por el judío y las razas de barro en una guerra de exterminio?
El pésimo consejo continúa. El versículo 40 dice: “Y al que quisiere ponerte a pleito y tomarte tu ropa, déjale también la capa”. El 42 dice: ”Al que te pidiere, dale y al que quisiere tomar de ti prestado, no lo rehúses”. Todo esto puede ser genial para los ladrones, parásitos, pillos y advenedizos, pero es devastador para los ciudadanos honestos y trabajadores, a quienes esto está dirigido. Si ellos fuesen lo suficientemente tontos como para seguir estas estúpidas instrucciones, la sociedad pronto degeneraría en anarquía y saqueo generalizados. Nadie trabajaría, produciría ni ahorraría. Seríamos una horda criminal de sanguijuelas tratando de conseguir lo que pudiéramos de otros parásitos, por medio del robo, la súplica y el préstamo. ¿Es esta la sociedad que tenemos en mente al construir un Mundo más Blanco y Brillante?
Hemos estado sacando de este bote lleno de basura uno a uno los “preciosos consejos” supuestamente dispensados por un ficticio “Cristo” y llegamos ahora al más suicida y ponzoñoso mensaje de todos en el versículo 44: “Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, orad por los que os ultrajan y persiguen”. ¿Qué tan loco se puede llegar a ser? ¿Adoptaron esta política las “democracias” cristianas cuando se trató de destrozar a Alemania (bajo instigación judía), de bombardear a Hamburgo y decenas de otras ciudades alemanas hasta convertirlas en escombros y ruinas, incluyendo el terrible y genocida ataque a Dresden? ¿Está ahora “el pueblo elegido de Dios” siguiendo este precepto en Palestina? ¿Debemos simplemente sentarnos a contemplar cómo los judíos destruyen a la Raza Blanca y ofrecerles la otra mejilla? ¿Es todo esto bueno para la Raza Blanca? ¿O debemos volcar toda nuestra furia y venganza contra los judíos por los millones de Hombres Blancos que ellos han asesinado, saqueado y destruido? ¿Debemos vengar a Dresden? Nosotros, Creadores decimos: ¡SÍ, MIL VECES SÍ! Nosotros no somos tan idiotas como para amar a nuestros enemigos; por el contrario, seguimos las Leyes de la Naturaleza que dicen: destruye a tus enemigos antes que ellos te destruyan a ti. ESO tiene mucho más sentido.
Prosigamos con Mateo 5 hasta su amargo final, donde dice: “Sed pues vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. ¿Realmente? Examinemos esta pieza de doble discurso y veamos cuán perfecto es este “Padre que está en los cielos”. Tal como nos refiere el Viejo Testamento, cuando no le gustaron los millones de personas que él había creado, los masacró ahogándolos como a ratas. Cuando no le gustó lo que el primogénito de Judá, Er, había hecho, simplemente lo mató tal como lo hubiera hecho un gangster de la mafia (Génesis 38). Si mal no recuerdo, según las historias que se cuentan desde los púlpitos, a pesar de las admoniciones del Señor en contra del adulterio, él mismo “descendió sobre” una mujer casada, una judía llamada María ya esposa de un hombre llamado José y la embarazó. Podríamos citar docenas de atributos inmorales y criminales de este “perfecto” Dios judío, pero deseo concentrarme en el Sermón de la Montaña. Extrañamente, si cualquiera de nosotros, mortales, fuera a cometer cualquiera de estos actos del “perfecto Padre celestial”, seríamos condenados por pecadores y enviados directamente al infierno. Todo lo que puedo decir es que hay una gran cantidad de doble discurso hipócrita en las llamadas “Sagradas Escrituras”, que no son ni sagradas ni tan siquiera morales.

Mateo 6

En este capítulo el ficticio Cristo en la Montaña de despacha con otras muchas necedades de poca importancia, incluyendo una “plegaria del Señor”. La mayor parte es de poco interés, de modo que tocaremos sólo algunos puntos. Si bien da una detallada descripción de qué y cómo se debe rezar, en el versículo 8 nos dice que no hace falta rezar como los gentiles pues “vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros las pidáis”. De modo que se puede ahorrar saliva y no molestarlo con can-tos o danzas. Pero lo peor y más destructivo que podría destruir cualquier intento de sociedad productiva viene de los versículos 25 al 34: “No os acongojéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber, ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. Mirad las aves en el cielo, que no siembran, ni siegan y vuestro Padre celestial las alimenta. Reparad en los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan”.
Un estúpido argumento que expone a continuación es que esto es lo que los gentiles hacen y ¿no querrás ser como esos horribles gentiles?
Termina diciendo: “No os preocupéis por el día de mañana, que el día de mañana traerá su fatiga. Basta al día su afán”. ¿No es ése un brillante consejo para convertirnos en una horda de inútiles e irresponsables? Esto tampoco es para el bien de la Raza Blanca.

Mateo 7

Este capítulo final del Sermón de la Montaña sigue con una vena igualmente estúpida, sin agregar demasiado a lo ya dicho. Mencionaremos tan solo dos versículos.
Versículo 1. “No juzguéis, para que no seáis juzgados”. Otro pésimo consejo para el seguro mal de quien lo practique. Como cualquiera en sus cabales sabe, el buen juicio es la marca de una persona inteligente. Se nos requiere repetidamente a todo lo largo de nuestras vidas el ejercicio adecuado de nuestro buen juicio — no solamente al juzgar a otras personas — empleados, socios, etc…, sino en todas nuestras acciones y decisiones que signifiquen la solución de problemas que nos confrontan a diario. Si dejásemos de usar nuestro buen juicio, bien podríamos tirar por la ventana nuestro cerebro junto con la capacidad de juzgar. ¿Para qué otra cosa deberíamos emplear nuestro cerebro si no para juzgar y tomar decisiones? No es un buen consejo para la supervivencia de la Raza Blanca, por poco decir.

San Lucas

Hasta aquí Mateo 5, 6 y 7. Hay más basura en Mateo, pero para no extendernos más no seguiremos sacando a luz sus pésimas máximas. Una versión bastante similar del Sermón de la Montaña aparece en varios capítulos de Lucas, sólo que aquí Cristo está supuestamente predicando a una multitud en una llanura, o en una sinagoga de Galilea, o junto al lago de Gennesaret, o en Capernaum. No obstante su mensaje es tan estúpido y destructivo como siempre y ningún Hombre Blanco bien pensante debería tomarlo seriamente. He aquí algunas de las “joyas” que dispensa:
Lucas 12:51: ”¿Pensáis que he venido a la tierra a dar paz? No, os digo, más disensión”.
Versículo 52: “Porque estarán de aquí en adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos y dos contra tres”.
Versículo 53: “El padre estará dividido contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra”.
De modo que así es: disensión y trastorno sin fin. ¿Adónde escuché yo esa basura acerca de que Cristo había venido a traernos “Buenas Nuevas” — paz en la tierra y bienaventuranza a todos los hombres?
Llegamos así a Lucas 14:26: “Si alguno viene a mí y no aborrece a su padre y madre, mujer e hijos, hermanos y hermanas y aún su vida, no puede ser mi discípulo”. ¡Qué tal! ¡Que hablen de insanos e insaciables propagadores de odio! Nosotros, los racistas somos siempre sindicados como practicantes del odio por la sola razón de que AMAMOS a nuestra Raza y a nuestra propia gente. Nosotros Creadores decimos: ama a tu familia, ama a los tuyos, ama a tu raza y odia a tus enemigos. Y eso tiene muchísimo más sentido que amar a tus enemigos y odiar a tu
familia y a los tuyos.
Una cosa más y dejaremos esta lata de gusanos y eso es Lucas 18:24-25 donde el autor de esta supuesta magna sabiduría aparece diciendo: “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque es más fácil a un camello entrar por el ojo de una aguja que un rico en el reino de Dios”.
Una traicionera afirmación destinada a apelar a la mentalidad del esclavo — los pobres, los haraganes, los envidiosos, los parásitos y los simplones.
Toda nuestra civilización fue edificada por hombres y mujeres energéticos, industriosos y trabajadores, gente inteligente, agresivos y con empuje. Si hemos de condenarlos, ¿quién entonces quedaría para construir familias, caminos, ciudades, granjas, ferrocarriles, empresas, etc…y todos los demás elementos que componen una civilización progresiva y pujante? ¿Vagos, oportunistas y judíos parásitos? No, ellos no construyen sino que tan sólo destruyen Pero si usted sigue la esencia de todos los detestables y perjudiciales consejos dispensados a los lectores del Nuevo Testamento, comprobará que todo apunta en la misma dirección — a la glorificar y exultar a los idiotas, torpes,
minusválidos y parásitos por un lado y por el otro a denunciar, atacar y condenar a los inteligentes, los fuertes, los industriosos y los productores. Ese es, mi amigo, el tipo de consejo que destruye civilizaciones y sociedades.
Es ya tiempo que expongamos al tan mentado Sermón de la Montaña como lo que realmente es: una pieza de pútrido consejo judío diseñado especialmente para convertir al cerebro del Hombre Blanco en inservible papilla y a los fieros militantes en cobardes pacifistas. En esto han tenido más éxito que en sus más atrevidos sueños. Estas “beatitudes” son la misma esencia de la destrucción mental que conlleva el cristianismo y fue él y no otra cosa lo que llevó a la ruina al entonces Imperio Romano. Este mismo veneno dialéctico ha lisiado la mente de la Raza Blanca desde entonces y ahora junto a las demás armas judías — democracia, comunismo, holocausto y globalización – están llevando a la Raza Blanca a su fin. El antídoto para todo este veneno judío es Creatividad. Pongamos en las manos de la mayor cantidad de hermanos raciales blancos nuestros libros básicos, desarrollemos un movimiento agresivo y generalizado en nuestros países y llevemos al cristianismo judío a un olvido final y total. La supervivencia de la Raza Blanca y del cristianismo son incompatibles.
No es sólo moralmente justificado, sino nuestro sagrado deber el ridiculizar lo que es ridículo ya de por sí, especialmente si semejante basura está siendo engañosamente diseminada como la “verdad del evangelio”.

¡Por un mundo más Blanco y brillante!
¡Delenda est judaica!
¡RAHOWA!

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¿QUÉ ES LA JUSTICIA?

¿Cuántas veces por día oímos la palabra justicia? ¿Cuántas veces en nombre de
ella vemos cometerse las mayores arbitrariedades y atropellos? ¿Porqué hay una
justicia que funciona diligentemente para algunos y no parece siquiera rozar a
otros? ¿Porqué lo punible en unos no lo es en otros? Pues bien, ocurre que lo
que se llama justicia es un aparato represivo que se arroga legitimidad para
castigar todo lo que el sistema que la incubó le señala que va en detrimento de
su seguridad, ideología guía e intereses. Es un pilar de sostén de ese sistema
madre que la engendró, a él se debe y no existe fuera de él. Por eso la justicia
en cada sistema político va indisolublemente ligada a él. La justicia soviética
era un apéndice del sistema político judeo-marxista, la justicia en el Tercer
Reich era la expresión de él y la justicia actual es ni más ni menos que el
brazo castigador del sistema globalizador judaico que quiere destruirnos. Por
ello tenemos las leyes que tenemos. Leyes que son tibias o convalidan todo
aspecto de una sociedad que pruebe ser disolvente — prostitución, modos
alternativos de sexo, delincuencia económica (especialmente si ella es
practicada por judíos o sus aliados circunstanciales), desamparo jurídico de
los sectores más desprotegidos de la sociedad y delitos cometidos contra el país
o el pueblo por los gobernantes de turno, fieles ejecutores del diktat judaico
mundial. Por otra parte protege impúdicamente al grupo minoritario dirigente:
el establishment judío de poder y su entorno de shabbat goim. Por eso negamos
terminantemente que exista una justicia absoluta puesto que ello significaría la
existencia de un ente aislado o por encima del plano político-ideológico y eso
no es posible ni nunca ha sucedido. Entonces comprenderemos porqué a un
psicópata como Sharon que es responsable de la ma-tanza de miles de no judíos,
ningún tribunal nacional ni internacional se moleste seria-mente en citarlo. En
cambio todo otro gobernante contrario al diktat judaico es pasible de ser
arrastrado — con razones valederas o sin ellas — a un tribunal semejante. Así
ocurre con un presunto genocida argentino apellidado Cavallo, detenido en Méjico
y extraditado a España por haber luchado en una guerra y ¡horror! haberse
atrevido a ganarla. En cambio un homónimo suyo – Domingo Felipe – anda libre y
dictando cátedra, habiendo seguramente sido el responsable máximo de muchas más
muertes y padecimientos (en cantidad y calidad) que el ex marino preso ahora en
la Madre Patria, esa misma que acompañó al descerebrado tejano instalado en la
Casa Blanca y a su judaico entorno en su infame agresión a Iraq. Cabe
preguntarnos a raíz de la posible extradición de ex militares argentinos por
presuntos crímenes cometidos en el transcurso de una guerra librada en su propio
suelo (y que ellos no iniciaron): ¿Qué ejército fue castigado y cubierto de
oprobio por haber ganado una guerra? Creo que podemos buscar años enteros en la
historia de la humanidad y no lo hallaremos. ¿Se imaginan a Stalin o al Mariscal
Zhukov enfrentando un tribunal por vencer al Tercer Reich? ¿O al ejército
israelí por ganar la guerra de los seis días? ¿No, verdad? Pues en la Argentina
tenemos el triste honor de tener el primer ejemplo en la historia.
Toda guerra es una tragedia y en todas las guerras suceden hechos deplorables
que son inherentes a su naturaleza violenta e inseparables de ella. No hay ni ha
habido guerra alguna sin violencia, abusos, injusticias y dolor gratuitos y/o
inmerecidos. Podrán variar en cantidad o magnitud, pero ellos existen,
existieron siempre y existirán sin duda en cualquier acto bélico futuro. La
guerra subversiva desatada en nuestro país no fue la excepción. Y el militar que
no esté capacitado para ejercer la violencia en el momento preciso y en la forma
que le indique su conciencia, criterio y entender profesional, sencillamente se
equivocó de profesión: no tendría jamás que haber seguido la carrera de las
armas. No estaría preparado para hacer lo que tiene que hacer, no más que un
transexual para consumar una penetración en el papel de activo. Ninguno de los
dos tendría lo que se necesita para la consumación del acto requerido.
La justicia de España o la de Francia no tienen ningún derecho a reclamar nada
por connacionales suyos víctimas de una guerra a la que nadie los convocó a
intervenir, o en la que participaban de alguna manera más o menos encubierta en
el bando agresor subversivo. ¿Qué pasaba cuando un combatiente extranjero
integrante de alguno de los bandos en pugna durante la Guerra Civil Española
caía prisionero del bando contrario? Nadie tiene derecho a reclamar nada. Si
alguien (extranjero o nativo, para el caso es lo mismo) decide alzarse en armas
(con razón o sin ella) debe hacerse 100% responsable de las consecuencias que
ese acto puede acarrearle. Por eso si pierde, no puede reclamar inmunidad ni
cosa parecida. ¿Imaginémonos por un momento qué hubiera sucedido si el bando
subversivo hubiera triunfado? Estos individuos por cuyas desapariciones ahora
se reclama, hubieran sido comisarios políticos o funcionarios de un gobierno
revolucionario (recordemos el ejemplo de Ernesto Guevara en la Cuba comunizada
de Fidel) tan sanguinarios y posiblemente mucho más que sus antagonistas
circunstanciales. De este personaje — Guevara — se habla mucho, de su aureola de
“héroe” idealista y romántico. Podemos decir a su favor que fue consecuente con
su ideología, murió, como dijo Alma-fuerte “en la ley de sus locuras”. Pero
recodemos que ni bien triunfó la Revolución Cubana allá por 1959 este argentino
trashumante se desempeñó como jefe militar de la fortaleza militar de la Cabaña,
lugar donde se ejecutaba pródigamente a cuanto opositor de la triunfante
revolución se requería. Allí supervisó y ejecutó cientos de actos de “justicia
revolucionaria”. Sería bueno que también se mencione esto: él también fue un
represor y seguramente violó muchas veces los derechos humanos de sus enemigos
ya derrotados, de modo que resultaría culpable de delitos similares a los ahora
imputados a los militares argentinos. ¿Sabe usted de algún tribunal que se haya
preocupado en investigar estos hechos?
¿Cómo llegamos a esto? Primeramente y aunque nos duela, debemos decir que porque
nuestros militares poseían una preparación política lamentable y absolutamente
inservible para el momento político que les tocó vivir; eran lo que definimos
como Conservadores Kosher. El Conservador Kosher es una criatura intelectual
del judaísmo que se caracteriza por regir su conducta política mediante el uso
de entelequias tales como: Dios, religión, patria, la bandera y la constitución.
Nos señalan a muchos enemigos — más o menos reales – pero cuidadosamente omiten
señalar al verdadero: el judío y su estructura de poder. Y así lo hacen porque
son vasallos inconscientes o cómplices muy conscientes de él. Empecemos a
analizar estas entelequias tramposas tan estimadas por muchos ca-maradas del
campo nacional y tan cacareadas impúdicamente por nuestra fauna política
vernácula.
Dios y Religión: A este señor nadie nunca lo vió, salvo sus “elegidos” profetas
pertenecientes a su también elegido pueblo. De su presunto hijo, ese mítico
judío circuncidado cuyas enseñanzas los cristianos dicen seguir, no hay la más
mínima evidencia histórica de que jamás haya existido. Ni siquiera contamos con
una sola referencia con-temporánea acerca de su vida o actuación. Por lo tanto
hasta que no se lo pruebe, no existió jamás. Pero ya es hasta secundario el
hecho de que si vivió o nó porque su doctrina — que es lo que cuenta – ese
guiso de leyendas y supersticiones anteriores a él, confeccionado por ese
astuto judío sirio — Saulo de Tarso — constituye una perversa ideología
suicida, cuyo fin último es convertir a quien la adopta en un adorador de judíos
aún a pesar suyo. Ya Nietzsche lo dijo a finales del siglo XIX (en el
Anticristo) que el cristiano, aunque tenga actitudes antisemitas, no puede verse
a sí mismo como lo que es: el último producto del judaísmo. El cristianismo
aparte de constituir un ejercicio en la autodestrucción es una suprema escuela
formadora de adoradores de judíos. Sucumbir a la filosofía cristiana es
permitirse vivir en una cobarde huída de la realidad, escapar a un mundo de
fantasía tan disparatado como el de Alicia en el País de las Maravillas y
destruir la razón y el sentido común. El cristianismo (y en mayor o menor medida
todas las creaciones de la febril y perversa mentalidad colectiva judía)
desprecia los hechos, las evidencias y el razonamiento. El cristianismo
desprecia la lógica. El convertirse en cristiano significa sucumbir a la
perversión de nuestra psiquis por la manipulación mental judía. Y en verdad
manipulación de mente y palabra han sido la especialidad del judío como Maestro
histórico indiscutido del Engaño. En el Evangelio de San Juan 1:1 la biblia
judía dice: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo
era Dios.” Una extraña afirmación en verdad, pero cargada de significado — un
significado que escapa a la mayoría de los gentiles, especialmente a los
predicadores de toda laya. Lo que este mensaje críptico realmente quiere decir
en sutil lenguaje judaico, es que con palabras ellos pueden crear dioses e
inversamente las palabras pueden llegar a ser tan poderosas como un dios en
controlar y dirigir las mentes y los destinos de la gente. Pensemos en todas las
fabricaciones que nos han vendido los judíos a lo largo de su turbulenta
historia — marxismo, masonería, psicología, holocuento, etc… Y para el que
tenga alguna duda para quién legisla y provee ese dios judío, lo invitamos a
leer el Deuteronomio y capítulos sucesivos. Si eso no es suficientemente claro,
realmente no sé qué cosa pueda serlo. Su Dios está diciendo una y otra vez que
él es únicamente para su tribu asesina — los judíos. Él los guiará, luchará para
ellos, los ayudará a matar, saquear, robar y destruir a todos los demás. Eso
quiere decir: A TODOS NOSOTROS, LOS GENTILES. Claramente, nosotros los gentiles
somos sus enemigos y los de su pueblo elegido de asesinos, ladrones,
saqueadores, réprobos, fornicadores y estafadores. Claramente él y su pueblo
elegido son nuestros enemigos. Por ello es seguro decir: quien no expone al
judío, quien no afirma a la raza como el factor básico de cohesión, quien no
hace otra cosa que lamentar o deplorar sin ofrecer solución, quien promueve el
cristianismo o cualquier otra fabricación ideológica judaica, NO ESTA DE
NUESTRO LADO. El que se guíe por tales doctrinas es seguro que nunca sabrá quién
es su enemigo y, como ya dijimos en un artículo anterior, lo grave es que
terminará colaborando con él en detrimento de los suyos.
La Patria – el País: Esto también es una engañosa falacia, lamentablemente
he-cha carne en muchos de nuestros mejores Camaradas Raciales Blancos. En primer
lugar un “país” es un sector del planeta con límites geográficos cambiantes,
ocupado por una población siempre cambiante en su composición racial, así como
en el control político allí imperante. Lealtad a un “país” significaría lealtad
simultánea al espacio de suelo comprendido entre sus fronteras, a la gente que
lo está habitando y por sobre todo a su gobierno, no importa cuán despreciable
o traidor éste pueda ser. Por eso un “país”, cualquier país es una entidad
temporaria y artificial, continuamente cambiante y cuyos gobiernos generalmente
traicionan los mejores intereses de la gente que los votó para gobernarlos. Hay
algunas excepciones siendo la única que merece ser mencionada la del gobierno
nacionalsocialista de Adolfo Hitler en Alemania desde 1933 hasta 1945. Las
fronteras se desplazan y así un mismo individuo puede ser de una nacionalidad
hoy y de otra mañana por imperio de circunstancias totalmente ajenas a su
voluntad y por eso no deja de ser quien es, no modifica su mente ni sensibilidad
por el hecho de que se corra la frontera. Ejemplos de esto los tenemos en
cantidad en la Europa del siglo XX. ¿Qué puede tener en común un habitante de
Buenos Aires con un coya de la Puna aparte de un documento de identidad que
decreta que ambos comparten la nacionalidad argentina? ¿Tenían la misma
conformación los ciudadanos de diferentes etnias de la ex Yugoslavia? Si alguien
cree que sí que por favor me explique porqué entonces pasó lo que pasó después
de la caída del comunismo allí. Nosotros, Creadores afirmamos que el concepto de
nacionalidad es divisivo, en cambio el de raza unifica. Por ello afirmamos que
el concepto de raza prima por sobre el de nacionalidad, razón por la cual nos
definimos como Racial Socialistas y no como Nacional Socialistas.
La Bandera. Aquí nuevamente caemos en una trampa de pensamiento engañoso. La
bandera es solo un símbolo y como tal no es ni mejor ni peor, ni más ni menos
honorable que la idea que simboliza. Muchos países han visto cambiar su bandera
— Canadá, Alemania, Rusia, China, diversos países árabes — en la medida que
cambiaron las ideas de lo que ella originalmente representaba, ¿y qué pasó?
¡Nada fatal! Siguieron siendo los mismos solo que con otra bandera por símbolo
patrio en la medida que ella simbolizaba un cambio ideológico operado.
La Constitución. Nuestro verdadero (y en forma excluyente) Padre de la Patria,
Don Juan Manuel de Rosas solía decir que la constitución es un “cuadernito para
los doctores”. Algunos países actualmente no poseen constitución y no por eso
dejan de funcionar ¡y cómo! Vaya como ejemplo el Estado de Eretz Israel. NO
TIENE CONSTITU-CION y podemos decir sin temor a equivocarnos que NO LA NECESITA
porque tiene algo mucho más efectivo: UNA RELIGION RACIAL que a la hora de la
verdad le resulta mucho más útil. Nosotros, en la Argentina, en cambio tenemos
una constitución (la de 1994) que de entrada nomás nos dice que los compromisos
(acuerdos, tratados, etc..) internacionales tienen prioridad sobre las leyes
internas del país. O sea que los compromisos con los de afuera priman por sobre
los compromisos con los nuestros. ¿Qué tal? Yo, en lo personal me quedo con el
modelo israelí, no porque lo comparta, sino porque es más útil y coherente. Está
pensado para robustecer y cohesionar, en cambio el nuestro está concebido para
destruir, para disolver, para desarmar. Constituciones como la nuestra, de 1994,
deben estar en donde deben: en la basura de la historia, son un engendro
destructivo. De modo que alguien que la defienda (así como a su concepción del
mundo) es mi enemigo, no importa que hayamos nacido en la misma clínica o
compartamos el mismo barrio, es-tamos en veredas diferentes, opuestas e
irreconciliables, él estará con sus amados judíos, su Dios judío, su salvador
judío, su doctrina judía de enfermizo amor cristiano, su anda-miaje de sofismas
judíos y nosotros estaremos con las Leyes de la Naturaleza, nuestra raza — la
Raza Blanca, y nuestra religión racial concebida expresamente para nuestra
supervivencia, salvación y redención como raza. Lucharemos en bandos opuestos,
nosotros para los nuestros, él con y para los judíos y sus cómplices,
conscientes o inconscientes.
Podríamos seguir interminablemente enumerando falacias ideológicas pero no es
éste el objeto del presente artículo. Bástenos decir que es nuestra posición que
debemos defender sin concesiones la actuación profesional de nuestros militares
ahora cuestiona-dos y perseguidos, no importa cuántos desacuerdos ideológicos o
críticas podamos enumerar. Lucharon y ganaron. Pero lamentablemente perdieron
en materia política por no tener una preparación ideológica adecuada; por eso
todo este carnaval siniestro de presunta justicia y de genuflexiones de
nuestros gobernantes actuales frente al poder mundial globalizador judaico. Lo
verdaderamente grave detrás de este caso es que de aceptar la injerencia de la
justicia extranjera – sea ésta del país que fuere – estaríamos renunciando a un
atributo esencial de nuestra soberanía, independencia y razón de ser como
sociedad y como país, estaríamos reconociendo de hecho la disolución de nuestro
estado nacional — meta proclamada de la Globalización. Mi impresión es que ya
estamos cuesta abajo. Hemos dejado atrás el punto de inflexión. En efecto, hay
ya signos alarmantes de que es así y lo peor es que esto cuenta con el
beneplácito infame de muchos de nuestros compatriotas. Clarín online publica el
día 26 de Julio la noticia de que el parlamento israelí aprobó el pedido de
extradición de militares argentinos implicados en la desaparición de judíos o
israelíes durante la dictadura militar (sic). ¡Aleluya hermanos! Diría un
shabbat goi ¡Ya contamos con la aprobación del parlamento israelí, de nuestros
“hermanos mayores en la fé”! ¡La Nueva Jerusalém está al alcance de la mano! Y
lo grave es que tendría razón: ¡YA SOMOS UNA COLONIA JUDIA!
Nuestro país es, en verdad, una verdadera caja de sorpresas en materia de
justicia (así como lo es en otros aspectos). Hemos sido testigos de la detención
de un rabino narcotraficante sorprendido, con otros cómplices, suyos
aprestándose a “hacer nigocio” con una importante cantidad de cocaína. A
continuación el pío sabio de Sión fue alojado en una cárcel VIP: la División de
Delitos Complejos de la Policía Federal sita en Figueroa Alcorta y Cavia. ¡No
vaya a ser cosa que nos acusen de antisemitas por osar detener a un delincuente
judío y alojarlo en una cárcel común! ¡No señor, eso es para nosotros los goim!
Para los delincuentes “elegidos” corresponde una cárcel de lujo; que no
casual-mente es la misma donde fue alojada otra delincuente VIP: la Ingeniera
María Julia Alsogaray.
Y esto me lleva a otra reflexión. Hace años me preguntaba yo qué le podían
enseñar los liberales a sus hijos. Pues veamos un poco de historia reciente en
este aspecto. Si nos enfocamos en la familia Alsogaray (la del ahora nonagenario
Capitán Ingeniero) creo que podemos tener una respuesta clara: les enseñan a
delinquir. Veamos sino el caso de su hijita la “Marie Julie” y la de su difunto
primito guerrillero (hijo de la durante muchos años directora de la Casa
Argentina en Israel). O sea que un liberal acérrimo como ese siniestro individuo
(de quien Alfredo Palacios allá por los años 1960’s dijo que tenía una
mentalidad de almacenero porque todo lo que estaba en el país le era para la
venta) le enseña a sus descendientes a seguir mercadeando al uso liberal (quiere
decir delinquiendo) o les enseña marxismo y subversión. ¿Qué tal?
¿Qué pasa en tanto con los pedidos de extradición de militares argentinos a
España? Es de notar la oposición de la Casa Blanca al pedido de la justicia
española y la mar-cha atrás del pelele Aznar en ese tema. No me sorprendería ver
en las próximas semanas un movimiento de sustracción de la iniciativa de manos
de la justicia española para transferirla a manos de la justicia israelí. De
ocurrir esto, querría que ese estado-aguantadero del Medio Oriente explicase los
muy cordiales vínculos en materia de inteligencia y preparación de los grupos
represivos durante los años 1970’s y 1980’s en países hispanoamericanos. ¿Hasta
donde llegarán los justicieros “elegidos” en este asunto? ¿Se olvidarán del
escandalete del ex coronel israelí Yair Klein, sorprendido preparando
escuadrones de paramilitares al servicio de los narcos colombianos en suelo de
ese país? ¿O de los grupos similares de Honduras y El Salvador? O, ¿se olvidarán
convenientemente como lo han hecho con Julius Popper, Simón Radowitsky, Pedro
Wald y tantos otros judíos de nefasta actuación en este país que ellos osan
calificar de país nazi por su radio comunitaria (radio Hai 96,3 FM)
Tengo ante mi vista un recorte del diario Clarín (21-4-’96 pág.12) donde se ve
una foto- grafía de esa madre bien alimentada que responde al apelativo de Hebe
de Bonafini, sudando copiosamente junto al enmascarado Subcomandante Marcos. Al
pie de la imagen reza la siguiente declaración de la susodicha “madre”:
“Vinimos para servirlos para lo que nos necesiten”. O sea que una confesa pero
no convicta simpatizante del judeo marxismo más violento e irrespetuoso declaró
algo así y ni una sola voz se alzó para de-mandar justicia. Imaginemos lo
siguiente: cualquiera de nosotros que se fuese a Irán en estos momentos y se
permitiese decir allí: “Vinimos para servirlos para lo que nos necesiten” ¿Qué
le ocurriría? Por lo pronto la DAIA y algún juez amigo (léase Shabat goy) no
tardarían más que algunos segundos en decidir acusarlo de terrorista, antisemita
o de cualquier otra cosa que le significaría muchos, pero muchos problemas.
Saquemos la siguiente conclusión: los que de alguna manera están a favor del
Sistema judaico pueden decir (y hacer) lo que quieran sin temor a la justicia,
los que están en contra del Sistema, no.

Y si no me creen, fíjense sino la actuación que le cupo a ese “socio” de la
Bonafini – ese bastardo de judío y parricida por añadidura — que es Sergio
Shoklender en tiempos de la toma de la embajada japonesa en Lima hace algunos
años. Muy suelto de cuerpo, con su pausado discurso doctoral, declaró que tuvo
el honor de entrevistarse con el Comandante Serpa Cartolini, abatido poco
después por las fuerzas armadas peruanas que irrumpieron en dicha embajada. ¿Se
imaginan a alguien ahora mismo viajando a alguna parte ignota del Asia y
declarar que tuvo el honor de conocer a Bin Laden? Un pasaje de ida a Guantánamo
es lo menos que le esperaría.
Y por todo esto no nos motivara a reflexionar acerca de cómo y quiénes imparten
justicia en este bendito país, echemos una ojeada a los nombres y apellidos de
aquellos funcionarios judiciales que fallan insólitamente a favor de parejas de
homosexuales en cuanto a la adopción, quienes propician la despenalización del
consumo de drogas ilegales y que en general adoptan cuanta medida pueden
siempre en contra de la sociedad en su conjunto, condonando conductas y/o hechos
disolventes y atentatorios contra nuestra integridad como país, como nación,
como pueblo o como raza. Allí encontraremos abundancia de “elegidos”.
Así están las cosas, el cáncer judaico nos está corroyendo ya sin disimulos. Por
eso decimos, en contra de muchos camaradas del campo nacional, que la primera y
más importante cuestión a resolver es la cuestión racial. Esto significa
expulsar al judío de todas aquellas áreas de poder. Logrado esto, habremos
conseguido eliminar el agente patógeno que nos infecta, lo restante es
convalecencia benéfica y conducente a la recuperación de la salud nacional y
racial íntegra.

Recapitulando, alguien dijo alguna vez que la profesión de abogado era la
profesión típica de la democracia. ¿Qué prohombre de la nuestra no lo es? Otro
personaje (Mordejai Levy alias Karl Marx) dijo al respecto que los abogados eran
quienes se con-formaban con las migajas y las sobras en el banquete de los
capitalistas. Entonces, ¿qué podemos esperar de gente así? ¿Justicia en serio?
Por supuesto que no. Solo más de lo mismo.

¡Por un mundo más Blanco y brillante!
¡Delenda est Judaica!
¡RAHOWA!

(“LA LUCHA” Septiembre de 2003)

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