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EL BALANCE DE LA NUEVA DERECHA - Tomado de "El Arqueofuturismo" de Faye

¿Por qué abandoné brutalmente la Nueva Derecha y su ariete esencial, el GRECE[1], en 1986? La respuesta es extremamente simple. No, no he sido reclutado por la CIA; no, no estoy loco, ni he sido picado por un mosquito que cantaba rock n’roll. Fue, en primer lugar, porque una serie de proyectos profesionales me prohibían continuar a animar, como militante, las actividades del GRECE; segundo, porque pensaba que el tono y la orientación general del movimiento perdieron su dinamismo y se transformaron en una capilla y una asociación de viejos amigos. Tercero, porque la Nueva Derecha seguía unas vías ideológicas con las cuales estaba cada vez más disconforme, que implicaban su marginalización a pesar de la calidad –siempre verificable-, de los talentos disponibles, sin que pudiera modificarse la línea. Doce años después, mi diagnostico se ha verificado: la influencia de la Nueva Derecha ha decaído con fuerza. ¿Por qué?

El diagnostico: una caída de notable influencia

La revista “Éléments”, cuyos números, antiguamente, constituían un acontecimiento ideológico y escandalizaban a la “gran prensa”, es hoy objetivamente confidencial, ignorada por el gran público culto y por los verdaderos mensajeros. Del mismo modo, los coloquios parisinos ya no son, como lo fueron en los ochenta, mediatizados. Y aunque tengan el mismo número aproximado de asistentes, ¿no son sino reencuentros nostálgicos de una asociación de antiguos combatientes?. Dudo, por otra parte, que, como en los ochenta, el GRECE pueda organizar en las grandes ciudades de Francia y de Bélgica conferencias y seminarios que puedan llenar salas enteras. El único ejemplo reciente de la notoriedad de la ND[2] en el debate publico –al través de la revista teórica Krisis- se ha realizado en torno a la cuestión de las imposturas del arte contemporáneo, problema central, que escandalizó a los pequeños maestros subvencionados, artistas-gigolós del arte nulo oficial. Desgraciadamente, esta notoriedad fue pasajera e insuficiente, y en el fondo muy poco sentida por el gran público, al contrario de las encendidas polémicas que suscitábamos sobre los temas centrales, hasta mediados de los ochenta, difundidas desde los Estados Unidos hasta la URSS.

Hoy, los textos de la ND, incluidos los más interesantes, se difunden en un medio restringido de fieles, a pesar de las tonterías inesenciales, vacías y bienpensantes de los Ferry, Serres o Comte-Sponville, o los cretinismos de un Bourdieu, las falsos llantos de un Bernard-Henri Lévy sin talento –todos ellos pequeños clérigos mediatizados y esponsorizados por el totalitarismo –soft-ambiental- se extienden con la insolente suficiencia de los imbéciles. Es una derrota. Pero cuando se ha perdido una batalla, no se ha perdido necesariamente la guerra.

Conclusión: la ND ha sido relegada a la periferia del debate. Desgraciadamente, ahora está encerrada en un ghetto ideológico. Ya no se ve a sí misma como una central de difusión de energías que permitiría detentar un poder, sino como una “empresa” de ediciones y de conferencias con ambición limitada. Esta marginación tiene causas exógenas (de un medio hostil o indiferente) y endógenas (nacidas en el interior del mismo movimiento). Las razones endógenas son las más determinantes. Se puede triunfar después de una derrota pasajera, si se la reconoce, si se la analiza. La ambición está moldeada de modestia. No se puede avanzar sin criticas. El que acusa sistemáticamente a los otros para esconder la realidad de sus fracasos, no merece vencer. Es natural que el enemigo os ahogue y que las circunstancias os sean hostiles. Exorcizar la realidad, practicar la moral de la intención y no la de las consecuencias, son errores fatales. Con argumentos irrealistas: “Tú lo sabes, en los coloquios hay tantas personas como en el pasado”; “Hay muchos jóvenes en la Universidad de Verano”. ¡Joder! Tenemos que parar de formular autosatisfacciones que no son sino simulaciones. Tenemos que aceptar, sin polémicas estériles, la autocrítica positiva. Las cuestiones son: ¿por qué la Nueva Derecha, dotada de un arsenal ideológico impresionante, ha decaído objetivamente? ¿Estamos ante una decadencia definitiva o ante un momento difícil, pero susceptible de un nuevo arranque?¿Cómo proceder?

Voy a intentar responder a estas preguntas. Pero antes, dos observaciones.

La primera: nadie en el “mundillo europeo” de lo que es posible llamar la “derecha ideológica” ha conseguido todavía volver a tener la influencia intelectual que tuvo la ND entre los años 75 y 82; el único candidato a la sucesión es el movimiento de pensamiento paneuropeo “Synergies” animado, entre otros, por Robert Steuckers y que me parece estar en la buena dirección, ya que formula unos objetivos ambiciosos. Pero la partida no está ganada todavía.

Segunda observación: en el año 1998, la única influencia realmente palpable de la ND en la publica societas procede de los tránsfugas de “esfera Nueva Derecha” al seno del Frente Nacional[3]. Ellos modificaron el discurso del Frente en un sentido antiamericano, lo cual constituyó una verdadera revolución mental en la galaxia del nacionalismo francés. De otra parte, la influencia de la ND hubiera sido legible en la formulación de una hostilidad cultural y económica sensible a la americanización (la “excepción francesa”), hostilidad al final poco eficiente si se tiene en cuenta la cobardía de los dirigentes políticos. A parte de esto, el impacto ideológico concreto de la ND ha resultado arto estrecho.

A partir de 1986, sentía que faltaba el ardor militante y que el espíritu de capilla y el romanticismo literario pagano primaban sobre la voluntad histórica. Adivinaba que el objetivo principal no era ya la escuela de pensamiento, la influencia ideológica concreta, la formulación de un pensamiento radical de ruptura bajo la forma de “ideochoques”, sino un cierto intelectualismo elegante y el encierro en una “comunidad”, realidad noble si se apoya sobre una potencia ya construída, pero desmoralizadora si se reduce a la tautología de una capilla.

Tenemos que analizar las causas de esta decadencia –menos de diez años-, más rápida que la de la difunta Action Française[4]... ¿Cómo y por qué el principal movimiento ideológico alternativo europeo de la Postguerra Mundial había resultado, finalmente, un simple cometa? ¿Qué conclusiones podemos extraer de esta decadencia? ¿Qué hacer ahora? ¿Es posible reconstruir esta fuerza perdida?

Al final, nadie sabrá, en la historia futura, lo que quedará de la masa de textos producidos por la ND y su esfera de influencia. En el futuro, habrá, necesariamente, consecuencias, relecturas. ¿Quizás una revolución en el año 2050? Pero guardemos nuestro seriedad, hablemos de nuestro tiempo, antes de reflexionar en las soluciones para una refundación.

Si desea continuar leyendo pinche aquí: http://www.red-vertice.com/disidencias/

1 comentario

Acción Identitaria -

no sabia de este hecho, gracias por la información

Saludos.